Cristina e Iñaki: la historia de un matrimonio que empezó mal
Hoy se cumplen 25 años de su boda y Jaime Peñafiel nos cuenta los secretos de una relación que se inició cuando él aún tenía novia y que ahora se ha acabado por una infidelidad
Si no fuera tan guapa, podría considerarse, simbólicamente, el patito feo de la familia. Por muchos motivos, entre ellos, porque su nacimiento causó una gran decepción: "¡Es otra niña!". Por otro lado, siempre ocupó, afectivamente hablando, esa tierra de nadie entre su hermana mayor, la temperamental Elena, la hija preferida de Juan Carlos, y el mimado de su hermano Felipe, el más querido por doña Sofía. Cristina fue la niña de en medio, hasta el extremo de que su nacimiento apenas tuvo relieve en la prensa. Y al bautizo, el conde de Barcelona, abuelo paterno de la infanta, no asistió, ya que prefirió permanecer en Estoril. Por eso, en cuanto pudo, puso tierra de por medio y fijó su residencia en Barcelona.
Antes, se convirtió en la primera y única mujer de la Familia Real en estudiar una carrera universitaria completa, Ciencias Políticas y Sociología, que acabó con buenísimas notas en 1989. Después hizo un máster en Nueva York y estuvo becada en la UNESCO en París hasta que, en 1992, empezó a trabajar en Barcelona, en la Fundación La Caixa con un sueldo de 1.200 euros al mes.
Un flechazo olímpico
Años después, cuando el 30 de abril de 1997, la Casa del Rey anunció el compromiso de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin, los españoles, sorprendidos, se preguntaron quién era aquel joven. Se trataba de un jugador del F.C. Barcelona de balonmano, con un palmarés de títulos insuperable y 120 veces internacional. Además y aparte de su valía deportiva, era alto (mide 1,97 de altura), rubio y de ojos azules. En fin, lo más parecido a un príncipe. Así que le abrieron las puertas de la Familia Real.
Iñaki y Cristina se habían conocido en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, en una cena que se organizó para celebrar la medalla de oro de la selección de waterpolo. Allí se produjo el flechazo. Cristina, con su 1,78 de estatura, acababa de encontrar a un hombre... hecho a su medida.
Pero en el comienzo de esta historia de amor hubo una persona a la que se le hizo mucho daño. Su nombre, Carmen Camí, que era entonces novia de Iñaki, con quien había empezado a salir cuatro años atrás. A pesar de lo que digan los amigos, este noviazgo no se rompió hasta dos días antes de la Nochebuena del año en que los futuros duques de Palma se enamoraron.
Sería interesante saber en qué momento Urdangarin le dijo a Carmen, su novia de toda la vida, que lo suyo se había terminado. ¿Cuanto tiempo estuvo el irresponsable Iñaki debatiéndose entre el amor de una y de otra y jugando a dos bandas? Dicen que fue Cristina la que le obligó a decidirse de una vez.
Y llegó así el día de su enlace, el 4 de octubre de 1997, justo hace ahora 25 años. El enlace se celebró en Barcelona, donde Cristina e Iñaki tuvieron una boda de cine gracias a una directora de la talla de Pilar Miró, que convirtió la catedral de la Ciudad Condal en un magnífico e insólito plató, con 100 cámaras captando todos y cada uno de los detalles de una ceremonia con más de 1.500 invitados reales reconvertidos en figurantes.
No me gustaría que quedara la menor duda de que lo de Cristina e Iñaki fue una gran historia de amor. Tampoco me gustaría que, a pesar de todo lo que ha sucedido, se dudara de las cualidades que parecía tener entonces Urdangarin, quien, a juicio de doña Sofía, era "un hombre bueno. Con un gran fondo espiritual y moral".
Tras pasar por la cárcel, Iñaki cerró un capítulo de su vida
Lo que se desconocía el día de la boda es que fuera tan ambicioso, económicamente hablando. Esas pretensiones le llevaron a rentabilizar de forma poco apropiada, en lo que se conoce como el caso Nóos, el parentesco real y, por ello, Cristina fue la primera infanta en sentarse en el banquillo para responder como colaboradora necesaria de los delitos de su marido. Aunque fue absuelta, se le condenó a devolver 265.087 euros y a él, a 5 años y 10 meses de cárcel. La pareja fue apartada de la Familia Real.
El 3 de marzo de 2022, la juez le concedió la libertad condicional a Iñaki, pero ese cambio no trajo la esperada felicidad al matrimonio, que tiene cuatro hijos y que, hasta entonces, parecía indestructible a pesar de lo que ya se sabía acerca de las infidelidades del exdeportista.
El paso por la cárcel trastocó la vida de Urdangarin hasta el extremo de que decidió, como dice Paloma Barrientos, "dar por cerrado un capítulo de su existencia y comenzar a escribir otro". No tardó en saberse quién iba a ser la persona que lo protagonizaría a su lado. No era Cristina. Se trataba de otra mujer, Ainhoa Armentia, una pieza fundamental para recomponer el puzzle en el que se ha convertido la vida de Iñaki.
Ahora, 25 años después de que la hija mediana de Juan Carlos y Sofía pasara por el altar, todos estamos pendientes de su divorcio que, según la periodista Paloma García-Pelayo, "será de mutuo acuerdo, si no pasa nada". Dicen que la infanta y su ex compartirán abogado, que probablemente firmarán papeles en Suiza para evitar filtraciones y que la custodia de Irene, su hija pequeña, se la quedará ella.