La infanta Cristina, cerrada a una relación sentimental tras su divorcio
La Infanta no quiere volver a tener pareja, mientras que el exdeportista se ha ido a vivir con su novia, Ainhoa Armentia
Sus hijos no estuvieron presentes en la notaría
Iñaki y Cristina en Bidart.
El acuerdo de divorcio especifica que el exdeportista vasco no recibirá indemnización ni pensión alguna y que los dos excónyuges se harán cargo –proporcionalmente a sus ingresos, que son muy diferentes, por ello Cristina lo apoyará económicamente– de los gastos de sus cuatro hijos. Éstos no estuvieron presentes en la notaría, pero mediante un poder prestaron su consentimiento respecto a las medidas que les afectan.
Cristina e Iñaki felices.
Casados el 4 de octubre de 1997 en Barcelona (doña Cristina no quiso entonces que hubiera capitulaciones matrimoniales para no humillar a su esposo), el reparto de su patrimonio no les ha dado problemas porque su matrimonio se rige por el derecho civil catalán, que establece la separación de bienes por ley.
Así, según la citada fuente, el apartamento de Bidart, localidad vascofrancesa a pocos kilómetros de Biarritz, sigue siendo de Cristina porque está escriturado a su nombre, aunque Iñaki podrá alojarse allí si está de vacaciones con sus hijos. Pero, según asegura Silvia Taulés en el portal Vanitatis, no está tan claro a quién pertenece ese inmueble porque el nombre de la Infanta no figura por el momento en el Registro de la Propiedad de Francia. Tampoco Urdangarin es propietario de nada allí.
Piso y trabajo en la ciudad de Vitoria
Iñaki con su madre, Claire Liebaert.
El divorcio ratifica los nuevos y diferentes caminos que han tomado los ex Duques de Palma. Asentado en Vitoria, Iñaki sigue su relación con Ainhoa Armentia y ha alquilado un piso en la misma urbanización en la que vive su madre, Claire Liebaert, de 88 años, a la que está muy unido y de la que cuida.
Iñaki y Ainhoa vivirán juntos, pero no siempre. La abogada se instalará cada 15 días en su anterior casa para estar con sus dos hijos, cuya tutela comparte con su exmarido.
Con su hijo Pablo, que ha seguido sus pasos profesionales.
Por otro lado, se ha sabido que Urdangarin ha encontrado trabajo (no ha trascendido dónde ni de qué tipo), que le permitirá poder llevar un nivel de vida más desahogado que con los 400 euros mensuales que ahora percibía para su reinserción social.
Su condena de 5 años y 10 meses por su implicación en el caso Nóos finalizará en abril con lo que el exdeportista (al que próximamente se le retirará la escolta por estar ya divorciado de la Infanta) habrá saldado definitivamente su deuda con la justicia.
Podría ser el momento en que Urdangarin se plantease dar un paso adelante en su relación y haya boda. Se sabe que los hijos de la vasca han aceptado muy bien a la nueva pareja de su madre, mientras que los Urdangarin Borbón toleran el noviazgo de su padre, al que sí se sienten profundamente unidos.
La infanta Cristina, centrada en sus hijos
Cristina con su madre, en Madrid, en la fiesta de cumpleaños de su hermana.
El divorcio también oficializará la nueva vida de la segunda hija de Juan Carlos y Sofía. Según fuentes cercanas, la Infanta no quiere ni oír hablar de un nuevo hombre en su vida. Como su hermana, Elena, ha decidido cerrar esa faceta de su vida.
Residente en el piso familiar de Ginebra (Suiza), donde trabajaba para la Fundación Aga Khan, hace viajes regulares a Madrid para ver a su madre y a sus tías; a Abu Dabi para estar con su padre, y a Barcelona, donde es directora del Área Internacional de la Fundación Caixabank.
Infanta Cristina.
A sus bien llevados 58 años, enfrenta el síndrome del nido vacío: sus hijos, a los que está muy unida, ya no viven con ella. Juan reside en Londres y trabaja para una empresa de coches eléctricos; Pablo es jugador de balonmano en un equipo catalán; Miguel estudia en Gran Bretaña un máster para completar su licenciatura en Biología Marina, e Irene es voluntaria de la Cruz roja en Camboya, donde ya estuvo de cooperante su hermano Juan. Ellos son lo mejor que le ha quedado de su pasado con Urdangarin.
Sin embargo, tras firmar el doloroso divorcio, su hijo Miguel ha decidido mudarse a Ginebra para estar más cerca de su madre. Se desconoce, por el momento, hacia dónde encarrilará sus proyectos profesionales.