En 2009, la Familia Real Española recibió una sorprendente herencia valorada en más de 10 millones de euros que nadie se esperaba. El donante, Juan Ignacio Balada, un empresario menorquín que dejó toda su fortuna a los reyes y a los ocho nietos de don Juan Carlos, quienes no sabían que heredarían una joya arquitectónica.