La princesa Leonor estudia en un internado como su padre y sus abuelos
La hija mayor de los Reyes ya ha comenzado su aventura en el colegio de Gales donde vivirá y estudiará los dos próximos cursos
Si para la mayoría de los jóvenes, estudiar en el extranjero es un primer paso hacia su independencia, para la Princesa de Asturias, supone salir de la burbuja en la que ha crecido y del país en el que todo el mundo sabe quién es y qué destino la espera. Por la sonrisa con la que la vimos despedirse de su familia en el aeropuerto de Barajas y en su primer posado allí, Leonor parece estar muy ilusionada, consciente de que pocas veces va a sentirse tan libre.
Felipe se lo paso? en grande
Así se lo ha transmitido su padre, el rey Felipe, quien todavía recuerda cuánto disfrutó de esa sensación durante el año que pasó en el Lakefield College School de Selwyn, Canadá, en 1984.
Juan Carlos y Sofía lo enviaron allí para estudiar COU –el curso preuniversitario– antes de recibir su formación militar y de licenciarse en Derecho. Luego, en 1993, el joven príncipe volvería a marcharse para cursar un máster en Relaciones Internacionales de dos años en Georgetown (Washington, EEUU).
En Ontario, el actual Rey compartió clases y rutinas con 250 alumnos. A diferencia del internado de Leonor, donde los chicos y chicas proceden de todo el mundo, allí, la mayoría eran canadienses y sólo él, español. En aquel momento tampoco había ningún otro miembro de una Casa Real, aunque Andrés de Inglaterra había estudiado allí, siete años antes. En Lakefield, don Felipe compartía habitación con otro chico, que, como todos allí, le llamaba Flip. Se levantaba a las 7 de la mañana, aunque cada dos semanas debía hacerlo a las 5.30 horas para vigilar a los alumnos castigados a correr durante una hora por saltarse las normas. En cuanto a las actividades lúdicas, Felipe practicaba el fútbol, el tiro con arco, el piragüismo, el esquí... y el teatro. De hecho, recientemente se ha podido ver en "Viaje al centro de la tele", de TVE, una grabación de cómo lo caracterizaron y cómo interpretó a un personaje mayor en una obra escolar.
La felicidad de Felipe y Leonor al marcharse a estudiar fuera contrasta con la enorme tristeza de los Reyes eméritos en su día, primero, porque eran más pequeños y, segundo, porque, en aquella época las comunicaciones con sus familias era muy escasas y se reducían a cartas y esporádicas conferencias telefónicas.
"Teni?a la impresio?n de que me habi?an abandonado"
Don Juan Carlos sólo tenía 8 añitos cuando Don Juan y Doña Mercedes lo enviaron al internado Ville Saint Jean de Friburgo, en Suiza, país que ellos abandonaban entonces para mudarse a Estoril. "Al principio, fui bastante desgraciado allí –recuerda el emérito en el libro "Juan Carlos: El rey de un pueblo"–. Tenía la impresión de que me habían abandonado, de que mi padre y mi madre se habían olvidado de mí (...) Todos los días esperaba que mi madre me llamara por teléfono, llamada que no llegaba. Más tarde supe que mi padre se lo impedía (...) No era crueldad por su parte y menos todavía falta de sensibilidad. Él sabía, como yo lo supe más tarde, que los príncipes deben ser educados a las duras si se quiere hacer de ellos hombres responsables (...). En Friburgo, lejos de mi padre y de mi madre, aprendí que la soledad es un fardo muy duro de soportar".
Su enorme tristeza se tradujo en malos resultados académicos y rebeldía, no en vano el primer día se negó a ir a clase y le dieron un bofetón para sentarlo en el pupitre. Tras dos intermitentes años allí, Juan Carlos fue trasladado a España donde Franco montó para él el internado Las Jarillas, que sólo tenía ocho alumnos más.
Tan triste como él, se marchó la que sería su futura esposa al internado Kurt Hahn de Salem, Alemania, precursor de los UWC como el de Gales en el que estudia Leonor. Aunque el centro lo dirigía su tío Jorge, Sofía no tuvo un trato preferente y, como todos los alumnos, debía hacerse la cama, ordenar su cuarto, limpiar- se los zapatos y, un día a la semana, ayudar en la cocina o en el comedor.
"¿A Salem? ¡ni hablar!"
Además, académicamente, tuvo que ponerse las pilas, pues su formación no estaba al nivel de sus compañeros. Sofía "sobrevivió" al internado, pero, cuando le sugirieron que enviara allí a sus hijos dijo "¿A Salem? ¡ni hablar!".
Por suerte, los tiempos han cambiado y la Familia Real sabe que Leonor va a disfrutar mucho de Gales y ya están deseando que regrese el 22 de octubre a la entrega de los Premios Princesa de Asturias para que les cuente todas sus aventuras.