Balmoral, el castillo donde Isabel II fue feliz, abierto al público: así es por dentro
A partir de mayo, todos podremos conocer el lugar en el que la reina pasó los alegres veranos de su infancia, al que siempre volvía en busca de la tranquilidad y donde acabó falleciendo en el 2022
La última foto de Isabel se hizo el 6 de septiembre del 2022, dos días antes de morir en Balmoral.
La noticia de que Carlos III ha decidido que la residencia de Balmoral pueda visitarse me ha hecho recordar todos los palacios y castillos –incluido el escocés– que he visitado con motivo de entrevistas o bodas reales de sus regios y dinásticos moradores, desde el Palacio Real de Oriente hasta el Imperial de Tokio.
Por eso y recordando mis dos años en una mina de León, puedo decir que yo a los palacios subí y a las minas bajé.
“En Balmoral todo es libertad y paz y te olvidas del mundo y su triste desorden”, escribió la reina Victoria en su diario
Imagen exterior del castillo de Balmoral.
Balmoral, en las tierras altas de Escocia, era, de todos los castillos y palacios de la Familia Real británica, el preferido de la reina Isabel, su ‘lugar feliz’, como ella misma lo calificaba, ya que en este rincón de Escocia veraneaba de niña con sus padres y su hermana, la princesa Margarita.
Un regalo del príncipe Alberto a su esposa, la reina Victoria, que “disfrutaba de cada minuto que pasaba allí”, reconoció en una ocasión el príncipe Guillermo, que siempre recuerda que a su abuela le gustaba pasar largas temporadas en el castillo porque estaba enamorada de sus magníficos paisajes y podía montar a caballo, pasear y conducir su Range Rover.
Ya antes, la tatarabuela de la soberana, la gran reina Victoria, que recibió el castillo en 1852 como regalo de su esposo, Alberto, dejó escrito en su diario: “En Balmoral todo es libertad y paz, haciendo que te olvides del mundo y de su triste desorden”.
La entrada al castillo costará 116 euros
Algunos trajes expuestos en el castillo.
Y ahora, a partir de mayo, conocer ese escenario está más cerca de todos, ya que el rey Carlos III ha decidido abrir las puertas de este paraíso al público.
Los ‘tours’ serán muy reducidos, sólo de 40 personas al día, previo pago de una entrada por 116 euros (58 más, si se quiere tomar allí el té de la tarde). Entre los espacios privados que se podrán visitar hay dos comedores, un salón principal, el conocido como vestíbulo del paje y uno de los salones de baile, en el que hay expuesta la colección de acuarelas del Carlos III; además, también se podrá ver una selección de trajes de la reina Camilla, el rey, Isabel II y la reina madre.
¡No te pierdas las impresionantes fotos del castillo de Balmoral por dentro!
Según Robert Hardman, autor del libro ‘Carlos III, nuevo rey. Nuevo tribunal’, la decisión de abrir el castillo al público no es desinteresada sino que servirá para pagar las facturas y ayudar al mantenimiento de este hogar familiar que tiene 775 habitaciones.
En 1997 recibieron allí la noticia de la muerte de Diana
Carlos y Diana en su luna de miel, en 1981.
En este escenario los Windsor han vivido momentos cruciales de su historia reciente. Carlos y Diana lo visitaron durante su luna de miel, en 1981; y allí fue donde, 16 años después, en agosto de 1997, la reina Isabel y su familia recibieron la trágica noticia de la muerte de la princesa de Gales en París, refugiándose entre sus muros inexpugnables para vivir en la mayor intimidad familiar una de sus peores crisis institucionales.
Isabel II y el dique de Edimburgo, posando con los peques de casa.
Y también en Balmoral se produjo el fallecimiento de la reina Isabel, el 8 de septiembre del 2022, a los 96 años de edad. Murió donde fue más feliz.
La pareja real con unas vacas en Balmoral.
Dicen quienes conocen bien a la Familia Real que este castillo es el único lugar donde los Windsor se comportan como una familia corriente.
Prueba de ello es que, en su época, era normal ver al príncipe Felipe de Edimburgo agasajando a sus invitados con una barbacoa que preparaba él mismo y a la reina fregando los platos.
“Se ponía los guantes y metía las manos en el fregadero como si no fuera una reina”, contó en sus memorias el ex primer ministro Tony Blair, que, como Margaret Thatcher, visitó Balmoral en varias ocasiones.
“Fue una experiencia intrigante, surrealista y friki”, dejó escrito el mandatario británico, que también añadió que no todos los dormitorios de Balmoral tienen cuarto de baño. “Cuando quieres ir, te toca cruzar un largo pasillo para encontrar uno. Es un acto de especial coraje, abriendo la puerta a hurtadillas, mirando a derecha e izquierda y apresurándote luego a terminar cuanto antes”, señaló. En fin, como en cualquier casa ‘normal y corriente’.