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Jaime Peñafiel: Isabel, la reina traicionada mientras ardía Windsor

La reina, abatida y agotada, tras ayudar a los bomberos a sofocar el incendio en el que se quemó buena parte de su castillo más querido.

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El pasado 20 de noviembre se cumplieron nada menos que 27 años del «annus horribilis» de la reina Isabel II de Inglaterra. El año en el que un espectacular incendio arrasó buena parte del castillo más romántico del mundo, Windsor, la residencia que más amaba de la soberana.

 

Tal y como recuerda nuestro colaborador, Jaime Peñafiel, «en aquellos momentos sólo estaba en el castillo el príncipe Andrés, quien telefoneó de inmediato a Buckingham para contarle la tragedia a su real progenitora. Isabel II se trasladó allí rápidamente y porteó cubos de agua para tratar de sofocar el desastre».

 

Mientras, 200 bomberos arrojaban 6 millones de litros de agua sobre el edificio. «Tardaron más de 30 horas en apagarlo. La imagen de la soberana vestida con un impermeable, capucha y botas de goma, con cubos de agua en la mano, conmovió al mundo. “La reina está destrozada, completamente destrozada”, dijo la CNN.

 

Pero para Isabel II, aquel 20 de noviembre no sólo fue un momento «horribilis» por el incendio, «sino por la ausencia de su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo. Se daba la circunstancia de que aquel día, justo aquel, era el 45º aniversario de su boda. Y no estaban juntos. El incendio fue el culpable de que todo el mundo se enterara de la ausencia del consorte real y, peor aún, de que se encontraba en Buenos Aires».

 

¿El motivo? Presidir la World Wildlife Foudation. «Aunque, según Sarah Ferguson, exesposa del príncipe Andrés, aquello fue una excusa para encamarse con su madre, Susan Barrantes, con quien, desde hacía tiempo, mantenía una relación adúltera reconocida por su marido, el mayor Ferguson».