Carolina de Mónaco y sus 25 años de un matrimonio sin marido
Se casó con Ernesto de Hannover en enero de 1999 y, a pesar de vivir separados hace años, sigue siendo, legalmente, su esposa
Excomulgada tras casarse con Stefano
Stefano, un amor trágico. El italiano fue el hombre de su vida. Con él tuvo a Andrea, Carlota y Pierre, pero su muerte en 1990, en un accidente náutico, truncó su historia de amor.
El enlace de la joven princesa con Casiraghi, el 29 de diciembre de 1983, llegó después de su fracaso matrimonial con el "playboy" Philippe Junot, con quien se casó por la Iglesia en 1978. Después de su separación, Carolina, con sus 22 tristes y decepcionados años, se dejó ver en algunos desfiles de moda en París y en actos oficiales de la corte monegasca.
Hasta que, de repente, apareció un hombre nuevo: Stefano Casiraghi, un joven italiano, algo menor que ella, del que se hizo inseparable. Y más pronto que tarde, Carolina se quedó embarazada.
Su padre, el príncipe Rainiero, se vio empujado a autorizar la boda urgentemente, aunque tuvo que ser por lo civil, ya que la joven no había conseguido la nulidad de su anterior matrimonio. Así que esta unión fue considerada por el Vaticano como adulterio y Carolina fue excomulgada.
Ernesto, su tercer marido y su pesadilla
Carolina y Ernesto cuando aún eran felices.
No obstante, a pesar de esta situación, precipitada y no buscada, Stefano iba a ser el hombre definitivo para Carolina, su gran amor y compañero. Tres hijos nacieron de esta relación: Andrea, Carlota y Pierre. Pero el trágico destino de los Grimaldi –que ya quedó patente con el mortal accidente de coche de Grace en septiembre de 1982– volvió a hacer acto de presencia el 3 de octubre de 1990, cuando Stefano perdió la vida en un terrible y absurdo accidente náutico en la bahía de Montecarlo.
Y así llegó al que fue su tercer y hasta ahora último matrimonio, con Ernesto de Hannover, un príncipe alemán que había estado casado con la mejor amiga de Carolina, Chantal Hochuli, y era padre de dos hijos. Pero esto no fue obstáculo para que la princesa se quedara, a los 42 años, de nuevo embarazada, esta vez del príncipe alemán, de 44.
La boda con el hombre que iba a ser la pesadilla de su vida se celebró hace 25 años, de una manera muy discreta, el 23 de enero de 1999 (día de su cumpleaños). Y el 20 de julio nació Alejandra, el cuarto hijo de Carolina.
Carolina, Ernesto y su hija, Alejandra, con el príncipe Alberto, el Día Nacional de Mónaco del 2004.
La vida con Hannover no fue un camino de rosas debido a las constantes infidelidades de su esposo, amén de la desvergonzada manera de comportarse y su pasión por el alcohol.
Su matrimonio andaba ya a la deriva cuando una triste princesa Carolina entró, en mayo del 2004, sola en la catedral de la Almudena como invitada a la boda de Felipe y Letizia, porque su marido se había quedado dormido, después de una noche de juerga en Madrid. Fue una gota más en el vaso de tanto sufrimiento y humillación para la hija de Grace, que se separó del alemán en el verano del 2009.
Hoy Carolina vive en Mónaco como segunda dama del Principado mientras que Ernesto, después de breves e inconstantes relaciones sentimentales, parece haber hallado cierta estabilidad con Claudia Stilianopoulos, la hija de la ya desaparecida Pitita Ridruejo. Lo que también es cierto es que aún es el marido de la princesa de Mónaco.
Llevan casi 15 años sin estar juntos
Ernesto de Hannover ha protagonizado sonadas polémicas.
Me cuesta entender que, tras llevar separados casi 15 años –en julio los hará–, ni Ernesto ni la hija de Rainiero hayan dado el paso de divorciarse.
Según publicó la revista alemana ‘Bunte’, Carolina habría pactado con los hijos de su aún marido para proteger el patrimonio de los Hannover. En definitiva, la misión de Carolina sería impedir que el príncipe alemán se case de nuevo para evitar más descendencia legítima a la que pudiera traspasar el patrimonio y los títulos.
Tampoco podemos olvidar otro detalle: que por su matrimonio con Ernesto, Carolina tiene el rango de alteza real, superior al de alteza serenísima por ser princesa de Mónaco. Y todo suma.