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La triste historia de Charlene de Mónaco: atrapada y enferma por amor

Pese a vivir rodeada de lujos, Charlene se ha ganado el apodo de "la princesa triste": ésta es la dura historia detrás de la mujer de Alberto de Mónaco

Charlene de Mónaco tiene una complicada historia a sus espaldas...

M.A.

Puede que la ya conocida como "maldición de los Grimaldi" sea solo una leyenda urbana, pero los problemas por los que está pasando Charlene de Mónaco en los últimos meses han reavivado el pensamiento popular de que, al igual que sobre los Kennedy, sobre la familia real monegasca pesa una maldición. El origen de la leyenda se remonta al primer rey Grimaldi: el monarca tuvo un romance con una mujer a la que acabó abandonando y esta, presa de la ira, vaticinó que "nunca un Grimaldi encontrará la felicidad en un matrimonio". 

A la vista están los divorcios de Carolina y Estefanía, y los constantes rumores de crisis e infidelidades a los que han tenido que hacer frente Charlene y Alberto de Mónaco. Pero la ahora princesa consorte del pequeño país de la Costa Azul no siempre ha tenido ese halo de melancolía en su mirada que le vemos de un tiempo a esta parte...

Charlene y Alberto de Mónaco, unos felices inicios

En el año 2000, Alberto de Mónaco se topaba por primera vez con Charlene Wittstock, una guapísima nadadora olímpica sudafricana que incluso había hecho sus pinitos como modelo de trajes de baño. 

Charlene participó en los JJ.OO. de Sidney, en el año 2000.

Lo suyo no fue precisamente un flechazo: ambos cocinaron su amor a fuego lento y hasta el 2006 no lo hicieron oficial. El debut de la pareja fue en el acto inaugural de los Juegos Olímpicos de invierno, unos meses antes de que la nadadora se retirase del deporte profesional debido a una lesión en el hombro. 

Todo parecía ir a las mil maravillas entre ellos, al menos durante esos primeros años. Desde que pasaron por el altar, en 2011, empezaron a sucederse los rumores...

Tras su boda, Charlene se ganó el apodo de "la princesa triste"

Aunque el propio Alberto de Mónaco se ha encargado de desmentirlo en numerosas ocasiones, desde el día que se casaron siempre se dijo que Charlene había intentado huir del principado los días previos al enlace. Para muchos, la prueba definitiva de su infelicidad fueron todas las lágrimas que derramó en el que se suponía era el día más importante de su vida.

Charlene de Mónaco no dejó de llorar el día de su boda.

Muchos medios de comunicación vieron entonces en la sudafricana el perfecto relevo de la princesa Diana, llegando a vaticinar incluso que Charlene de Mónaco se convertiría en un juguete roto... ¿llevaban razón?

Un año después de su boda, la princesa, que siempre ha sido poco amiga de actos públicos y ha acudido solo a aquellos en los que su ausencia sería inexplicable en términos protocolarios, decidía centrarse en la fundación que lleva su nombre. Además, desde 2011 es embajadora de Special Olympics, una ONG que lucha por la total inclusión de deportistas con necesidades especiales. 

En uno de los numerosos eventos de su fundación.

En 2014 los príncipes monegascos se convertían en padres de los mellizos Jaques y Gabriella, la gran alegría de la vida de Charlene. Incluso tras el nacimiento de los pequeños se especuló que el real matrimonio solo se trataba de un acuerdo para dar continuidad a la monarquía... habladurías de las que el príncipe Alberto incluso se ha llegado a tomar a broma.

El gesto triste de Charlene siempre ha dado pie a innumerables habladurías...

Charlene de Mónaco, el verso suelto de los Grimaldi

Pese a haberse casado con el heredero al trono monegasco, la nadadora ha sido, y continúa siendo, un verso libre dentro de su estricta familia. Siempre que ha podido, ha hecho gala de esa "libertad" que tiene: un claro ejemplo es que Charlene es la única 'royal' de Mónaco con cuentas oficiales en redes sociales

Además, en ocasiones ha demostrado facetas que serían casi impensables en otros miembros de la realeza: desde admitir públicamente algo tan humano como el hecho de estar psicológicamente afectado por la pandemia a ¡raparse la cabeza, como si de una estrella del pop se tratase!

En 2020, la princesa sorprendió con este extremo look.

También al contrario que otras princesas, la gran labor solidaria que ejerce Charlene de Mónaco no se aprecia de puertas para fuera: sus viajes no suelen tener la etiqueta de viajes oficiales y ella prefiere no hablar en público de su lado más filántropo y humanitario. 

La gran crisis de salud que atraviesa desde hace más de un año

En abril del 2021, Charlene viajaba, por fin, a su querida Sudáfrica tras haber pasado lo más duro de la pandemia. Lo que no sabía es que allí contraería una complicada infección en los oídos por la que los médicos le prohibirían viajar durante varios meses. La princesa se veía así obligada a separarse de su marido y sus hijos, y permanecer en su país natal, donde se sometió a varios tratamientos para recuperarse. 

Alberto, para zanjar los rumores del fin de su matrimonio, acudió a visitar a su mujer a Sudáfrica.

Una vez pudo regresar junto a sus hijos (lo que desmentía cualquier tipo de crisis en su matrimonio), Charlene recibió otro duro golpe: ingresó en una clínica suiza especializada en salud mental. Allí pasó varios meses aislada, centrada en su recuperación para, por segunda vez, volver con su familia lo antes posible. 

De nuevo tras muchos rumores, Charlene fue dada de alta y pudo reencontrarse con los suyos hace algunas semanas

Ahora, por fin recuperada de sus importantes baches de salud y mirando al futuro con optimismo, la princesa podrá retomar su agenda oficial... y nosotros podremos comprobar si su mirada sigue revelando esa tristeza de antaño, por la que se ha ganado su sobrenombre.