Con el corazón en un puño los aficionados españoles al ciclismo siguieron el esprint final del Mundial de Innsbruck (Austria). Todo parecía estar a favor del veterano Alejandro Valverde, pero podía pasar cualquier cosa. Dando un ejemplo de dominio del deporte en el que debutó como profesional en el 2002, el murciano, de 38 años, supo manejar la situación y cruzar la meta el primero. Tras saberse ganador, estalló de felicidad.
Superado por una avalancha de sentimientos, gritó de alegría al tiempo que empezó a llorar. Tremendamente emocionado fue felicitado por sus compañeros de selección, que tuvieron un papel clave para que se hiciera con la victoria que se le había resistido en varias ocasiones anteriormente.