La iglesia madrileña de San Antón, que dirige este párroco, ofrece desde asistencia sanitaria y psicológica, a confesionarios adaptados a personas con movilidad reducida, una máquina dispensadora de agua bendita, otra con alimentos no perecederos, conciertos de órgano y cepillos abiertos para depositar y recoger donaciones,entre otros servicios.
Todos los que atienden en esta iglesia tan especial son voluntarios, desde sacerdotes jubilados –hay un total de 15–, cuatro religiosas y unas setenta personas de apoyo. Casi un centenar de voluntarios, muy necesarios, ya que se reciben más de cuatrocientas cincuenta visitas al día. El Padre Ángel reconoce que «hay a quien le molesta que recibamos a drogadictos, homosexuales o gente enferma, pero el Papa Francisco ha dejado muy claro que tenemos que bendecir a todos». El párroco reconoce que muchas de las personas que acuden a él, sólo necesitan un poco de calor humano, «la gente necesita amor, cariño, comprensión, unos vienen a pedirnos algo de dinero para comer, mientras que otros solamente necesitan que les escuchen…Porque se sienten muy solos», ha asegurado.