Ágatha Ruíz de la Prada cumple el mayor sueño de su vida
La diseñadora asistió, con su pareja, a una de las citas monegascas por excelencia, en la que disfrutó de una noche a ritmo de música disco y hasta se hizo una foto con el príncipe Alberto
El regreso de Charlene después de 10 años
Isabel Pantoja también acudió en una ocasión a esta importante cita.
Esta cita social de lujo, con cena, espectáculo y baile, cuesta entre 1.250 y 3.000 euros y sólo se puede asistir por invitación. Este año, una de las privilegiadas que han sido testigos de este evento, como hicieron antes otros españoles –Almodóvar, Rossy de Palma, Alaska, Carmen Linares, Luz Casal e Isabel Pantoja, entre otros–, ha sido Ágatha Ruiz de la Prada.
Derecha, Louboutin con pelo afro, Carolina, Alberto y su esposa, Charlene.
La diseñadora pudo disfrutar de este evento, acompañada por el abogado José Manuel Díaz-Patón –su pareja desde el 2022–, gracias a la invitación de la multimillonaria italiana Francesca Franco, quien ya invitó a Borja Thyssen y Blanca Cuesta en el 2023. "Ha ido genial, lo hemos pasado bomba", les contó a los reporteros a su regreso a España la marquesa de Castelldosrius y baronesa de Santa Pau.
Grace, que creó este baile en 1954 con fines benéficos, y Raniero.
En cuanto a qué opinión se llevaba de la Familia Real monegasca, comentó que "son buena gente" y que el príncipe le pareció "simpatiquísimo y un buenazo". También quiso destacar que Carolina de Mónaco "estuvo todo el rato sentada, creo que por no quitarle protagonismo a Charlene, que llevaba muchos años sin ir".
Y es cierto, porque la polémica esposa del príncipe Alberto no asistía a este baile desde el 2014 (excusando su ausencia en alguna ocasión en el hecho de que ella prefiere ir al Baile de la Cruz Roja).
El "look" de Ágatha Ruíz de la Prada
"Los Grimaldi son buena gente y Alberto es un buenazo", declaró la diseñadora al regresar de Mónaco.
Como se esperaba, Ágatha triunfó con su particular y llamativo estilismo. La creadora eligió un vestido lleno de lazos de diferentes tamaños y colores, sobre un fondo satinado blanco, que presentó en la última semana de la moda de Madrid, en febrero; unos zapatos de plataforma de colores y un bolso redondo, decorado con uno de sus corazones en el centro. Se sabía que no iba a dejar indiferente a nadie.
Para Ágatha la noche discotequera fue perfecta y, además de compartirla con su actual amor, Díaz-Patón, se trajo a Madrid un trofeo difícil de conseguir: una foto con Alberto de Mónaco.
Viéndola siempre disfrutando de la vida, tan alegre, divertida y optimista, nadie diría que tras esa imagen se esconde una historia de tristeza. Porque desde niña y según cuenta en sus memorias, "Mi historia" (La Esfera de los Libros), siempre tuvo que luchar contra la depresión, pero no la suya, sino la de su madre, María Isabel de Sentmenat y Urruela.
Ágatha, junto a su pareja.
La hija de los marqueses de Castelldosrius fue una mujer de gran belleza que tenía trastorno bipolar y que se casó con el conocido arquitecto Juan Manuel Ruiz de la Prada, un esnob que nunca fue buen padre ni buen marido. Ese matrimonio no fue feliz y, aunque tuvieron cinco hijos (Ágatha es la mayor), acabaron separándose.
Por otro lado, ni los tratamientos que siguió su madre durante años ni los médicos que la trataron consiguieron dar con una solución a su problema mental y, en el 2005, después de haber conseguido superar un cáncer, se quitó la vida.
Esa tragedia impulsó a la creadora de moda a optar siempre por la alegría de vivir y, como reflejo de esa filosofía, llenó su vida y su armario de colores, huyendo siempre del negro, tal y como hemos comprobado en el Baile de la Rosa de este año, donde Ágatha ha brillado con luz propia.