Alaska: su madre nos revela los secretos de su peculiar familia
América Jova, que ha tenido una vida llena de vicisitudes, se vio obligada a criar a su hija sola desde que ésta era adolescente
Aunque muchos la conocen sólo como la madre de Alaska, América Jova puede presumir de tener, a sus 92 años, una vida repleta de episodios emocionantes. Muchos de ellos los narró en el libro "Memorias de América" y en ese momento nos recibió con su hija, a la que siempre ha estado muy unida, en su casa de Madrid, donde atesora recuerdos de su existencia y de la de Alaska.
PRONTO: América, naciste en Cuba, pero siendo muy joven te instalaste en México. Allí estuviste muy vinculada al mundo de los toros porque tu primer esposo era torero.
AMÉRICA JOVA: Él fue el primer hombre al que vi torear y me aficioné. Mi casa estaba llena de toreros, a mi madre le gustaban mucho también.
P.: ¿Cómo conociste al padre de Alaska?
A.J: : Manolín, como llamaban sus amigos a Manolo Gara, había sido comandante del Ejército republicano durante la Guerra Civil. Salió de España cuando ganaron las tropas de Franco y llegó a México solo y sin familia, pero se buscó la vida y montó varios bares y restaurantes. A uno de ellos, que tenía ambiente taurino, yo solía ir con mi primer marido, el Potosino. Un día, Manolín me invitó a la inauguración de otro de sus restaurantes y así empezó lo que para mí era una amistad, pero acabó derivando en enamoramiento.
"Al llegar a Espan?a, Olvido lo paso? mal"
Los dos últimos meses del embarazo de Olvido –a la que llamaron así por la madre de Manolín–, América los pasó "enganchada a una bombona de oxígeno para compensar mi asma". Al principio ella tuvo que sacar adelante a la pequeña sola porque el padre de la criatura desapareció durante seis meses. Posteriormente, volvió con ellas y, cuando Olvido tenía 10 años, se vinieron todos a España, primero a Gijón –de donde era Manolín– y después a Madrid.
P.: ¿Cómo fue la vida en Madrid?
A.J.: Al principio Olvido no lo pasó bien en el colegio, se reían de su acento mexicano, pero luego cambió el chip y se adaptó. No como su padre, que acabó volviendo a México cuando la niña tenía 13 años. Nos separamos pero siempre tuvimos muy buena relación y nos visitábamos a menudo. De mi matrimonio no me quedó ni un céntimo, aunque no hubiera sido mucho porque el asturiano se lo gastó todo y prácticamente se fue arruinado. Sólo le quedó su pensión y Olvido tuvo que estar mandando dinero a su padre para los gastos de atenderlo hasta que murió.
P.: A pesar de las dificultades siempre has salido adelante, porque te has reinventado. ¿Cuál ha sido el trabajo más raro que has tenido y el que más te ha gustado?
A.J.: El que más me ha gustado ha sido vender.
ALASKA: El más raro ser gancho en un casino. Era extraño porque ni sus propios amigos lo sabían. Ella se sentaba en la mesa y apostaba con el dinero del casino, para que las mesas no estuvieran muertas.
A.J.: Mis amigos me sugerían que apostase a algún número y yo rezaba para que no saliera porque no me podía quedar con el dinero. Me gustaba mucho el casino porque me gustaba vestirme bien, llevaba una ropa preciosa.
P.: América, siempre has estado muy pendiente de tu hija, pero le has dejado mucha libertad para tomar sus decisiones desde muy joven.
A.J.: Ella se la cogía, ja, ja, ja. Yo no quería separarme de ella. Se fue volviendo muy independiente, pero conmigo al lado. Incluso la acompañaba a sus fiestas, una Nochevieja fue a una fiesta de unos amigos suyos y yo me quedé a esperarla en el salón de la casa durante toda la noche.
"Mi casa se lleno? de mu?sicos de la movida"
P.: Por esa voluntad de estar siempre a tu lado te viste metida en la movida madrileña. ¿cómo viviste esa época?
A.J.: Al principio, no me gustó nada, tenía miedo porque ella era la más joven. Yo estaba sola y no tenía a su padre al lado. Si algo hubiera salido mal, me hubieran echado la culpa a mí. Además, su abuela, que también vivía con nosotras, la tapaba y era su cómplice.
A.: Cuando fuiste conociendo a mis amigos te fueron gustando.
A.J.: Sí, los llevaba a casa y mi madre me decía: "¿Cómo vienen a casa éstos con pelos largos?" . Mi hija iba escogiendo los músicos para el primer grupo que tuvo.
A.: Nos metíamos en la habitación de mi abuela para hacerles pruebas. Unos eran "hippies", otro punkies...
P.: América, cuando fuiste a su primer concierto, ¿qué te parecieron?
A.J.: Me parecieron malísimos y le dije que no llegarían a nada. Olvido tenía mucha vergüenza al salir al escenario con su guitarra y se escondía detrás del resto del grupo. Siempre la ayudé y una vez que no les pagó el ayuntamiento por un premio que ganaron, les adelanté el dinero y fui a cobrar el premio. Luego les di el dinero, con lo que lo cobraron dos veces.
P.: ¿Olvido te ha pedido consejo en el amor?
A.J.: Nunca hemos hablado de amor.
P.: ¿Qué pensaste el día en que llegó Mario?
A.J.: Desde el día que lo conocí, me gustó. Mi hija tenía otro novio, pero no encajaba con ella. Mario es como yo, le encanta divertirse.
P.: América, en el libro también hablas de tu primer novio.
A.J.: Era muy jovencita y fue muy curioso porque nunca nos acostamos en una cama. Íbamos a un club de jazz y todo ocurrió en un jardincito que había. Yo no sé ni cómo perdí la virginidad porque no me enteré. En nuestros contactos, nunca llegué a quitarme la ropa, ja, ja, ja...
P.: Alaska, ¿qué es lo que admiras de tu madre?
A.: Lo mismo que de Mario, esa capacidad que tienen de ser positivos.