Balduino, el rey que vivía como un monje y que el Papa Francisco quiere hacer santo
El papa Francisco quiere beatificar al que fue rey de los belgas, Balduino, por los valores que defendió durante sus 40 años de reinado
El Papa junto a Matilde de Bélgica en su reciente viaje al país.
Si a un rey o a una reina no se le puede votar ni con "b" ni con "v", hay que exigirles un comportamiento ejemplar. Y muchos, la mayoría, no lo tienen.
Balduino fue una excepción. Hasta la reina Isabel de Inglaterra, que nunca asistió a bodas ni entierros que no fueran familiares, viajó hasta Bruselas en 1993 para testimoniar la admiración y el respeto por el soberano belga, fallecido a los 62 años en su refugio español de Villa Astrida, en Motril (Granada), mientras rezaba en la azotea, según contó su sobrina nieta Ana Mª Chico de Guzmán.
Hoy, el lugar alberga un memorial y un museo, para custodiar su memoria y dar a conocer no sólo su vida de monarca, sino también su vida espiritual.
Balduino renunció al trono 36 horas
VILLA ASTRIDA. La casa de veraneo de los reyes belgas estaba en Motril, Granada. Allí, el rey Balduino tenía una capilla y rezaba cada mañana en la terraza.
Balduino pasó a la historia como el primer monarca que renunció al trono durante 36 horas, aduciendo objeción de conciencia, para no tener que firmar una ley del aborto, en 1990, que iba en contra de sus profundas convicciones cristianas.
Cuando la reina Victoria Eugenia, que era muy casamentera, quiso buscarle novio a su nieta la infanta Pilar de Borbón, puso los ojos en Balduino. Don Juan reconoció que este nombre fue uno de los que se barajaron, aunque sin éxito. Y mientras se especulaba sobre el futuro sentimental del soberano belga, éste hizo público su compromiso con la joven Fabiola de Mora y Aragón, el último ejemplar de una sociedad burguesa que se desintegraba a pasos agigantados.
Su historia de amor con Fabiola de Mora y Aragón
Entrada a la villa.
Sus valores eran los mismos que los de Balduino, un hombre muy tímido, hasta el punto de que le llamaban "el rey triste”, apodo que recibió, en parte también, por culpa de un gran complejo que se había apoderado de él desde muy pequeño a causa de sus orejas tremendamente separadas. Fue su madrastra, la princesa Liliana de Rethy, quien le convenció para que se las operara.
Resulta curioso que, casi al mismo tiempo, Fabiola se sometió a una intervención estética para corregir su nariz, que, al igual que a Balduino las orejas, la acomplejaba. Conocerse les hizo marchar hacia un destino común, transformando de manera radical sus tristes vidas.
Se rumoreó que Balduino ingresaría en un convento
Fabiola y Balduino el día de su enlace matrimonial, el 15 de diciembre de 1960.
Porque triste y sin sentido era la vida de Balduino, que parecía haber hecho voto de celibato hasta el extremo de que por toda Bélgica corría el rumor de que se proponía ingresar en un convento. En el apartamento que su madrastra, Liliana, le había amueblado, vivía como un monje: se levantaba a las 7, oía misa a las 8 e, inmediatamente, se ponía a trabajar.
La vida de Fabiola era, religiosamente hablando, muy parecida a la del rey. Sirva de ejemplo que iniciaba sus cartas con una cruz en la parte superior y las finalizaba con las siglas H. De M (Hija de María) bajo su nombre. Era de Acción Católica, las Congregaciones Marianas, tenía un director espiritual y el día que abandonó España para casarse con Balduino, le pidió a la Virgen de la Paloma, patrona de Madrid: "Virgencita, que Dios bendiga mi amor". A partir de ese momento, los acontecimientos se sucedieron hasta el 15 de diciembre de 1960, cuando la pareja se casó en la catedral de Santa Gúdula de Bruselas, tras el acto civil que tuvo lugar en el Palacio Real. A ambas ceremonias asistí como enviado especial de Europa Press.
Fabiola, de blanco, al lado de la Familia Real belga, ante al féretro de su marido, que murió en 1993.
El rey y Fabiola vivieron intensamente su sacramento culminando así su historia de amor: la del joven "monje", como le llamaban los italianos, que, después de muchas desgracias (huérfano de madre con 5 años, rehén de los nazis en la Segunda Guerra Mundial...), encontró a una compañera que escribía cuentos de hadas (publicó un volumen con 12 de ellos). Y los dos se juraron escribir juntos el más bello, aunque no pudieron cumplir una parte del clásico final feliz, la que dice aquello de "y tuvieron muchos hijos". Los reyes no tuvieron descendencia y hasta cinco embarazos frustrados sufrió la reina de los belgas, antes de resignarse a no ser madre.