Carmina Ordóñez: todos los misterios que rodean su muerte hace 20 años
Hace ya dos décadas que nos despertamos con la noticia del repentino fallecimiento de ‘la divina’ en su domicilio madrileño. Hoy, esa muerte sigue rodeada de misterio
El 23 de julio se cumplieron 20 años del fallecimiento de Carmina Ordóñez, una mujer que llenaba las páginas de las revistas del corazón por su controvertida vida, sus escándalos y sus convulsas relaciones sentimentales.
Aquel día, su íntima amiga Eva Carreño encontró el cuerpo sin vida de ‘la divina’ en la bañera de su casa madrileña, a las 12 del mediodía. Una muerte acaecida a las 8 de la mañana, en teoría, a causa de un infarto, pero rodeada de misterio y con ciertas incógnitas no resueltas.
Tras ser incinerada, sus cenizas se esparcieron entre la aldea de El Rocío y la ciudad marroquí de Tánger, dos de los lugares que más marcaron su existencia.
En la localidad andaluza disfrutó de las fiestas más sonadas y del fervor hacia su Virgen, mientras que en Marruecos pasó algunos de los mejores años de su vida cuando estuvo casada con Julián Contreras.
En una de las últimas entrevistas que le hice, Carmina me soltó de sopetón algo que parecía una premonición: “Tengo muy claro que moriré antes de cumplir los 50”. Me lo tomé a broma, pero ella insistía. No me explicó el por qué de aquel vaticinio, no quiso entrar en detalles y la realidad acabó por darle la razón. Se fue de este mundo dos meses después de celebrar su 49º cumpleaños.
Hablar de Carmina Ordóñez es hacerlo de una mujer con una doble personalidad. Por un lado, era valiente, aguerrida, segura de sí misma y con una entereza digna de ejemplo, y, por el otro, era débil, insegura y presa de los nervios. Al final, ganó la segunda. Se le fue la vida, aunque parezca una paradoja, de tanto usarla.
“Carmina se sentía muy sola”
Eva Carreño encontró a su amiga muerta en la bañera de su casa. “Cuando me acuerdo, me vengo abajo”, dice.
Su amiga Eva recuerda, invadida por las lágrimas, que “la noche anterior a fallecer, Carmen se encontraba en su piso acompañada de amigos poco recomendables. Lo que ocurrió allí no se ha desvelado, pero lo cierto es que mi amiga debió de encontrarse muy mal y hubo una falta por omisión”.
Y añade: “En el fondo, se sentía muy sola, me lo confesó una noche llorando. Y es que era una mujer supersensible y humilde. No tenía nada que ver con la imagen de mujer fría y glamurosa que aparentaba. Le afectaban mucho los problemas, y quizá enmascaraba sus penas asistiendo a fiestas interminables, en las que las malas compañías la perjudicaban claramente”.
Hoy, Carreño es víctima del recuerdo más dramático de aquella tragedia. “Me siento incapaz de contemplar escenas en televisión que muestren imágenes de gente sumergida, es superior a mis fuerzas. Es que me viene a la cabeza la muerte de mi amiga y me vengo abajo”.
Eran uña y carne, confidentes, y no tenían secretos la una con la otra. Amigas hasta la muerte. Fueron aquellas personas ‘inadecuadas’ las que más se aprovecharon de su generosidad. Carmina no reparaba en gastos y prácticamente mantenía a unos cuantos gorrones, como el Cabra, el Chuli, el Pai… y tantos otros que le sacaron el dinero de la manera más ruin. Ella se hacía la tonta, a pesar de ser muy lista, y permitía lo que otras no hubieran permitido nunca. Todo por la necesidad de sentirse acompañada, aunque eligió mal las amistades
Si todavía siguiera viva, añade Eva, el distanciamiento entre sus tres hijos no se habría producido. Ella era toda una madraza, a su manera, sí, pero lo era. Hoy sufriría muchísimo si viera que Julián no se habla con Fran y Cayetano, o que estos dos últimos también tienen sus diferencias”.
Carmina tuvo tres hijos. Fran y Cayetano (con ella en la piscina) con Paquirri, y Julián, el pequeño, con Julián Contreras.
“Mi madre empezó con una adicción a los somníferos cuando murió mi abuela”
Fran, hijo mayor de Carmina, la recuerda como “una de las mejores personas del mundo”.
A Fran no le gusta hablar de las adicciones que llevaron a su madre a la perdición, pero en una entrevista televisiva se abrió en canal y manifestó: “Aprendí de ella que nunca le hizo daño a nadie aposta. Fue una de las mejores personas de este mundo. Pero la droga es una enfermedad terrible, si entra en una casa, la destroza. Mi madre empezó con una adicción a los somníferos cuando murió mi abuela. La echo muchísimo de menos si pienso en cuando estaba bien. Como estaba la última época, no. Prefiero que se haya ido”.
Su hijo Julián le hacía las analíticas
Julián tuvo una fortísima discusión con Carmina antes de su muerte.
Su hermano Julián también se explayó en el programa ‘¡De viernes!’ manifestando que “la última conversación que tuve con mi madre fue una discusión, y, 20 años después, es lo que me ha quedado. Cuando ella salió de la clínica de desintoxicación, donde estuvo más de un mes, me dijo: “Haré lo que me pidas, pero no me dejes más allí”. Y le dije: “Mamá, es por tu bien, será positivo”. Y ella lloraba desconsolada. Así que yo le hacía las analíticas en casa para ver que estaba haciendo las cosas debidamente, y hablaba con los médicos, pero se fue un fin de semana al Rocío y volvió en unas condiciones desaconsejables... Y decidí que se había acabado. Tuvimos una discusión terrible, di un puñetazo a la puerta y la agujereé fruto de la frustración más absoluta. Me fui de casa porque amaba a mi madre con locura. No podía verla así”.
Sus fracasos sentimentales
Carmina en su boda con Paquirri, en 1973. Ella tenía 17 años y él, 24.
Otra de las amigas íntimas de ‘la divina’ fue la periodista Ángela Portero, quien recuerda “el día de su muerte como uno de los más duros de mi vida. Carmen fue para mí una persona muy importante, tanto personal como profesionalmente. Su fallecimiento me afectó muchísimo y me dolió en el alma”.
El amor le fue esquivo a Carmina. Los cinco grandes hombres de su vida, Francisco Rivera, ‘Paquirri’, su esposo desde 1973 hasta 1979; Antonio Arribas, con quien conoció la noche marbellí y el ambiente de la fiesta…
Con Antonio Arribas, que le enseñó los secretos de la noche marbellí.
Julián Contreras, su segundo marido, desde 1984 hasta 1994; el bailarín Ernesto Neyra, su tercer esposo, y Pepe ‘el Marismeño’, cuya relación fue de las más destructivas que vivió por culpa de las adicciones, fueron apartándose de ella, que, al final de sus días, había olvidado los sentimientos amorosos y vivía sola en un apartamento del edificio de una urbanización en la que también residían su hijo Julián y el padre de éste.
Julián Contreras fue su segundo marido.
Con Ernesto Neyra estuvo casada de 1997 a 1999. Tras romper, denunció en TV el maltrato que sufrió por parte del bailarín.
Con Pepe ‘el Marismeño’.
Enfrentamiento con Isabel Pantoja
Hasta el día de su muerte, mantuvo un fuerte enfrentamiento con Isabel Pantoja, la que fue segunda esposa de Paquirri, por discrepancias en el reparto de la herencia del torero. Carmina siempre mantuvo que la tonadillera se llevó más de lo que supuestamente le correspondía.
Entre los artículos que se disputaban estaban el traje de luces con el que Paquirri había tomado la alternativa y numerosos objetos personales que correspondían a sus hijos mayores y que no le fueron entregados a pesar de las demandas interpuestas.
Como decíamos al principio, hay muchas incógnitas sin resolver, entre ellas, saber por qué no se revisaron las cámaras de vigilancia de la urbanización para descubrir quiénes estuvieron con Carmen aquella fatídica noche; explicar cómo acabó su cadáver en la bañera, cuando ella siempre se duchaba; por qué y quién había cerrado con el pestillo las puertas del baño y el salón si ella nunca lo hacía.
Tampoco se entiende que desapareciera la grabación de una persona que estuvo allí, al igual que algunas de las pruebas que se encontraban en poder de la policía. Han pasado dos décadas y el misterio sigue sin resolverse.