Concha Velasco, la apasionante vida de la niña que quería ser artista
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Con el paso del tiempo, que tantas trampas le juega a la memoria, Concha Velasco no sabe ya si la legendaria frase "¡Mamá, quiero ser artista!" la dijo ella o fue su madre, también Concha, quien la puso en su boca. Fuera como fuera, lo cierto es que Conchita, aquella pizpireta niña que creció disfrazándose ante el espejo, poniéndose flores en las trenzas y cantando y bailando las canciones de aquella triste época de después de la guerra, supo desde muy pequeña que algún día se subiría a un escenario para bailar y derrochar su talento artístico ante un público. Y también sabía entonces, que los que la vieran caerían rendidos a sus encantos. Una profecía que hizo realidad muy pronto, siendo adolescente, y que ha disfrutado hasta sus 81 años, cuando ha decidido retirarse de los escenarios.
De padre militar franquista y madre republicana
Nacida de padre militar (don Pío fue uno de los asistentes de Francisco Franco en Marruecos) y de una maestra republicana que tenía ideología socialista pero era profundamente religiosa, Concha llegó al mundo un 29 de noviembre en Valladolid, en una casa que estaba justo al lado del cuartel donde su padre era comandante de caballería.
Dos años después de su llegada al mundo, la familia se completó con el nacimiento de su hermano, Manuel. Concha recuerda que creció feliz y querida por sus padres, aunque sin apenas lujos y, desde luego, sin juguetes. Quizás por eso y porque su madre solía subirla a la mesa porque le encantaba cómo cantaba y bailaba su pequeña, la música y la danza se convirtieron en sus principales pasatiempos.
Y, por eso, sin darse apenas cuenta, sin quizás entenderlo demasiado, pero consciente de que su corazón la guiaba, Velasco entendió que el mundo artístico era su destino. Una decisión que no importó a sus padres, pero que causó extrañeza y distancia con su familia, una gente tradicional donde el artisteo no estaba nada bien visto.
De Larache a Madrid
Aunque nacida en Valladolid, a los 4 años, Concha se fue a vivir a Larache, ciudad del entonces protectorado español en Marruecos, a donde su padre pidió el destino cuando le promocionaron. Allí, donde vivió hasta los 10 años, Concha se impregnó de tolerancia gracias a convivir con familias de otras religiones. "Vivíamos juntos y sin problemas familias Cristianas, judías y musulmanas", ha explicado la artista. Pero también eso acabó y, con 10 años, un nuevo giro en la carrera militar de su padre los llevó a Madrid. En la fría y desangelada capital de España fue donde comenzó verdaderamente su carrera.
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