Eugenia Martínez de Irujo: "Soy igual de libre y disfrutona que lo era mi madre"
La duquesa de Montoro ha presentado en Madrid unas vajillas dibujadas por ella
Como siempre ha demostrado con sus estilismos, a Eugenia Martínez de Irujo le gusta vivir la vida a todo color y disfrutar con intensidad de cada pequeño placer que se le pone por delante. Por suerte para ella, la duquesa de Montoro, de 53 años, ha encontrado a la persona perfecta para hacerlo, Narcís Rebollo, con el que se casó hace cinco años en Las Vegas y cuya boda acaba de repetir.
Pero él no es la única de sus pasiones. Eugenia ha heredado de su madre, la duquesa de Alba, su amor por la pintura. Según nos cuenta, pinta desde bien niña, pues se recuerda pintando con rotuladores en un cuaderno en el cuarto de su madre, mientras ella también lo hacía sobre el lienzo.
Sin embargo, Eugenia no recuperó esa pasión hasta que llegó la pandemia. "Me refugié en la pintura, la retomé con fuerza y pinté sin parar", nos explicó la aristócrata, que, como resultado de aquello, hizo una exposición benéfica para la Fundación Querer. Ahí, Susana Segimón le ofreció plasmar sus dibujos en vajillas, dando vida a las colecciones Eugenia&Sushita.
"A mi madre le hubiera encantado verme pintar"
PRONTO: ¿Cómo te ayudó la pintura durante la pandemia?
EUGENIA MARTÍNEZ DE IRUJO: Pintando pude ponerle color a ese momento tan horrible que pasamos. Me dolían mucho las personas mayores que morían solas y yo pensaba: "Menos mal que mi madre ya se ha ido".
P.: ¿La pintura te ha conectado más con tu madre y con sus recuerdos?
E. M. D. I.: Mucho. Me acuerdo a menudo de ella y estoy segura de que le hubiera encantado verme pintar.
"Soy de las que piensan que se vive solo una vez"
P.: ¿Te pareces más a ella con los años?
E. M. D. I.: Sí, todo el mundo me dice que me parezco muchísimo a ella. Somos iguales en el sentido de que nos gusta sentirnos libres o disfrutar la vida a tope. Soy muy disfrutona, de los que piensan que se vive solo una vez, y, de hecho, los acontecimientos que estamos viviendo nos demuestran que, en un segundo, te cambia todo. Es muy importante disfrutar del día a día y vivir todo lo que se pueda.
P.: ¿Tu vida está llena de color en todas las facetas?
E. M. D. I.: Sí, lo veo todo de colores.
P.: Se te ve de maravilla con tu marido, disfrutando como nunca lo habías hecho. Acabáis de regresar de Colombia…
E. M. D. I.: Sí, nos invitaron a una boda allí. ¿Sabes qué pasa? Que nos reímos un montón. Es una parte importantísima. Yo no puedo estar con un tío aburrido, ¡me muero! No lo podría aguantar. Ya puede ser el más guapo de la tierra que, si es un muermo, no lo soporto. Necesito el humor y admirar a la persona y a Narcís lo admiro muchísimo. Nos complementamos de maravilla. Nunca ve un problema, lo hace todo fácil. Se me cae la baba con él.
P.: ¿Comparte también tu pasión por los animales? Porque lo tuyo es muy fuerte…
E. M. D. I.: Sí que tengo un poco de tara en la cabeza, ja, ja, ja. Tengo burros, cerdos, perros, un pony, un caballo… Parte de los animales están en el campo, cuatro perros viven conmigo y otros tres, en Ibiza. Y lo paso fatal porque, cuando estoy en un sitio, echo de menos a los otros. En el campo han aparecido unos gatos y una de las gatas siempre duerme conmigo. Gracias a Dios, Narcís tiene mucha mano y le encantan los animales. Si no, no podría estar conmigo. Soy una loca.
P.: ¿A tu hija también le has transmitido ese modo de vida tan disfrutón?
E. M. D. I.: Sí, ella también lo es. Es una niña muy alegre, muy sociable.