La hija de Gisèle Pelicot: "Tener un padre criminal no me hace a mí así"
Caroline Darian está convencida de que su padre, Dominique Pelicot, abusó de ella, al igual que hizo con su madre, Gisèle Pelicot
Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot y su padre
'Y dejé de llamarte papá' (Seix Barral). Un título que adelanta el drama que relata la autora en su interior. Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot (la mujer drogada por su marido a lo largo de una década para que más de 50 hombres abusaran sexualmente de ella) ha escrito este libro, en el que explica el dilema de ser a la vez hija de la víctima y del agresor.
Caroline Darian (su nombre real es Caroline Peyronnet, aunque ha decidido usar como seudónimo Darian, que es la contracción de los nombres de sus hermanos, David y Florian) también podría haber sido víctima de su padre, lo que agravaría aún más una situación espeluznante. La hija de Gisèle ha declarado estar convencida de que su padre la violó. A raíz de todo esto, Caroline, una alta directiva de comunicación en una gran empresa en Francia, ha fundado la asociación #MendorsPas: Stop à la soumission chimique (NomeDuermas: Stop a la sumisión química) para luchar por las víctimas de este abuso, que tanto su madre como ella han vivido en carne propia.
UN SUFRIMIENTO COMPARTIDO. Caroline, con su madre durante el juicio. La ha apoyado desde que conoció todo lo sucedido.
PRONTO: ¡Enhorabuena por tu valentía y tu compromiso! ¿Qué ha supuesto para ti escribir este libro?
CAROLINE DARIAN: Me ha ayudado a transitar por un cataclismo absoluto y también me ha llevado a investigar todo lo que supone la sumisión química. El compromiso con esta causa de salud pública es fundamental para mí y supera el trauma personal. Desde hace unos años, todas mis intervenciones mediáticas me han permitido darme cuenta de que esto tenía una utilidad pública.
P.: ¿Cómo estás ahora mismo?
C.D.: En conjunto, bien. El juicio ha sido duro y agotador, y el duelo continúa. Este compromiso militante me da cierto consuelo, al poder ayudar a otras víctimas y hacer este problema más visible. Para mí, esta lucha me permite seguir avanzando en mi proceso de duelo.
P.: La vergüenza tiene que cambiar de bando es una de las frases de tu libro, y se ha convertido en un lema. ¿Cómo nace esta expresión?
C.D.: Me vino a la mente cuando empecé a escribir el libro, de forma casi instantánea. Al final, soy la hija de uno de los mayores depredadores sexuales de los últimos años. Es la vergüenza de llevar el ADN del apellido Pelicot, cuando soy hija del verdugo y de la víctima al mismo tiempo. Al final, he de vivir con esto. No hay otra opción o un plan B.
Gisèle Pelicot junto a sus abogados.
P.: La sentencia condena a tu padre a 20 años de cárcel. ¿La consideras demasiado benevolente?
C.D.: Creo que Dominique tiene la pena que tenía que llevarse, 20 años, que es el máximo en Francia. Ahora tiene 70 años, le han caído 20 y ahora tendremos que ver qué pasa con el resto de su vida. Para mí, era evidente que no le podía caer una pena menor, más aún teniendo en cuenta lo que les ha caído a los otros 50 acusados, muy por debajo de lo que pedía la Fiscalía.
P.: En el juicio, tu padre negó haber abusado de ti, algo que tú desmientes.
C.D.: No tengo ninguna duda de las veleidades de Dominique. Creo que no se detuvo con Gisèle. En cuanto a haber podido abusar de mi hijo, estamos a la espera del proceso fiscal y de si habrá continuación, aunque será una palabra contra la otra. Mi padre no tiene la capacidad de admitir la verdad total. El juicio no nos ha permitido saber cuándo empezó todo y cuántas personas están implicadas en este asunto.
"Tener un padre criminal no me hace a mí así"
P.: ¿Te interesaría denunciar a tu padre y abrir otro proceso judicial para esclarecer tu caso?
C.D.: El problema es que difícilmente puedo iniciar otro juicio, porque no tengo más pruebas. Únicamente dos fotografías, que son las que ya se han mostrado. Dominique no ha querido responder a mis preguntas en el juicio, lo que me deja dudas e incertidumbres. No tengo una prueba tangible que pueda presentar.
P.: En el prólogo del libro admites que echas de menos a tu padre, no al hombre que ha comparecido ante el juez. Ahora mismo, ¿qué sentimientos tienes hacia él?
C.D.: En realidad, me hace pensar: "¡Qué desperdicio de vida dejar rienda suelta a la perversión absoluta cuando tenía una familia respetada y amada!". Dominique ha escogido su camino, y no es el mío. Mis hermanos y yo hemos de asimilar que tener un padre criminal no nos hace a nosotros así. Durante mucho tiempo, yo me preguntaba si era algo genético, pero sé que no lo es. Necesitaba despojarme de la dimensión criminal de mi padre.
LOS HERMANOS, UNA PIÑA. A la derecha, Caroline con Florian y David, los otros dos hijos de Gisèle y Dominique. Los tres están muy unidos.
P.: Explícame cómo habéis vivido tú y tu familia la enorme atención mediática generada.
C.D.: Imaginábamos el impacto en Francia, al ser un proceso judicial histórico, pero no habíamos anticipado que traspasara fronteras y tuviera ese impacto en Europa, e incluso más allá. Al ser un juicio a puerta abierta, se pudo mostrar a la sociedad lo que sucede a una víctima que denuncia y entra en un proceso, que resulta muy violento para ellas.
P.: Efectivamente, el juicio fue a puerta abierta, algo muy valiente por parte de tu madre.
C.D.: Sí. Siempre le dije que no podía dejar a todos los acusados a puerta cerrada, porque habría sido un regalo para ellos. Que fuera a puerta abierta era una manera de demostrar que ella, como víctima, no es quien debe llevar esta carga a sus espaldas. Al final, las víctimas han de estar demostrando constantemente que lo son, y creo que nuestro sistema judicial tiene que avanzar y la sociedad francesa darse cuenta de ello.
"Mi madre ha encontrado serenidad tras el juicio"
P.: Cuéntame cómo está Gisèle y cómo gestionas todo esto tú como madre.
C.D.: Ella está bien. Continúa su vida y ha encontrado una especie de serenidad posjuicio. En cuanto a mi hijo, lo trata una terapeuta desde hace tres años, y está bien. Lleva la vida de un niño de 10 años, va al colegio y sabe lo que ha pasado. No le hemos ocultado la verdad y esto también forma parte del proceso de sanación.
P.: La plataforma change.org ha recogido más de 150.000 firmas de personas que piden el Nobel de la Paz para tu madre.
C.D.: Sinceramente, no sé si es justo atribuir un premio Nobel a alguien que ha abierto las puertas de un juicio, cuando este premio se otorga a otras causas. No sé si necesitamos esto. Todos tenemos un papel y una responsabilidad en la sociedad como ciudadanos y no sé si este acto merece realmente un galardón. También me pregunto: "¿Qué pasa con el resto de víctimas, que también están luchando?".