Isabel Pantoja, rota de dolor por la muerte de su madre
Doña Ana falleció a los 90 años tras una larga enfermedad, dejando a su hija absolutamente destrozada
Isabel Pantoja acaba de recibir uno de los peores mazazos de su vida, un golpe del que tardará en reponerse. Su madre, por la que siempre ha sentido veneración y a la que la artista le ha dedicado estos últimos años, falleció en la tarde del martes 28 de septiembre, a los 90 años de edad. Desde entonces, la tonadillera está desolada.
Eso sí, el fatal desenlace no pilló a Pantoja de sorpresa. Todo hacía prever que, cuando hace algo más de una semana, doña Ana fue ingresada de gravedad en el gaditano Hospital Puerto del Real el final estaba próximo. Pero, saber que a su madre le quedaban días, quizás horas, no sirvió para aminorar el dolor de su pérdida. Y el hondo vacío que deja en ella.
"La amo sobre todas las cosas del mundo", había declarado en muchas ocasiones la tonadillera. No hablaba por hablar. Ana Martín, una bailaora portuguesa que dejó su carrera cuando se casó con Juan Pantoja y fue madre de cuatro hijos, vio en ella la posibilidad del triunfo y se centró en educarla como una futura estrella.
Lo consiguió, pero para ello tuvo que luchar muchísimo porque Doña Ana se quedó viuda muy joven. Decidida a salir adelante, se mudó a Madrid con sus hijos y buscó trabajo en los tablaos flamencos para aquella chica guapa y con talento.
Doña Ana: mánager, asistente y "carabina"
Además de ser la piedra angular sobre la que se construyó el inicio de la carrera artística de Isabel Pantoja, una de las principales folclóricas de este país, Doña Ana se convirtió en mánager, asistente y "carabina" de la joven. Esto último para espantar a los numerosos moscones y falsos pretendientes que se acercaban a la artista con intenciones que podían afectar a su honra.
Así estuvo hasta que Isabel se enamoró de Paquirri y la buena mujer dio luz verde a aquel noviazgo. Después de que se casaran, Ana Martín se fue a vivir con ellos a Cantora, la finca que el torero se había comprado en Medina Sidonia, en Cádiz. Allí fueron felices, sobre todo cuando Francisco José, el niño de la pareja, llegó al mundo.
De hecho, Kiko y su abuela se adoraban, por lo que Kiko ha quedado también deshecho tras la muerte doña Ana. Así se despidió de ella en redes:
La matriarca de la familia, la roca que la mantuvo a flote
Pero la tragedia acechaba y el 26 de septiembre de 1986 a Paquirri le pilló un toro en Pozoblanco y dejó a la artista viuda con sólo 28 años y con un hijo de pocos meses. Derrumbada por el dolor, su madre fue la roca que la ayudó a mantenerse a flote. Se hizo cargo de la finca, de ella y del pequeño, que creció considerando a su yaya como una segunda madre.
Después del largo luto, Maribel volvió a los escenarios y Doña Ana dejó de ser su mánager para convertirse en la matriarca de un clan que se fue haciendo cada vez más grande con la llegada de nietos. Y, después, de bisnietos. Hasta que el Alzheimer, esa durísima enfermedad, hizo mella en ella y, poco a poco, fue apagando su memoria y, finalmente, su vida.
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