Este 30 de enero se acaba de cumplir el 30º aniversario de una de las «muertes más trágicas y misteriosas de la Familia Real española: la de Alfonso de Borbón Dampierre, primo hermano de Juan Carlos I», tal y como nos recuerda nuestro colaborador Jaime Peñafiel.
El aristócrata tenía 52 años y estaba en la estación de Beaver Creek, en Estados Unidos, como juez de los campeonatos del mundo de esquí alpino. «Después de comer, decidió descender por la pista Eagle County, acompañado del excampeón austríaco Tony Sailer, la esposa de éste y el encargado de seguridad de la competición, para revisar el recorrido», detalla Peñafiel.
Minutos después de iniciar el descenso, se toparía «con un fino cable de acero que acabaría “guillotinándole”, como le había pasado a sus antepasados en Francia».
Tras aquel fatídico incidente, «la pregunta que nos hacíamos todos era tan sencilla de formular como complicada de resolver: ¿cómo pudo suceder aquello?», continúa reflexionando nuestro colaborador.
Según diversas fuentes, «Sailer fue el primero en reparar que el cable de acero que debía superar la pancarta de meta se había descolgado y atravesaba la pista a 1,65 metros. Previno, en alemán, a Alfonso, pero éste no alcanzó a oírle».
El Borbón permaneció tendido sobre la nieve, debatiéndose entre la vida y la muerte, más de media hora, «porque el médico de pista ordenó que no se le trasladase al hospital hasta que la policía se personase en el lugar. Cuando la ambulancia se presentó, ya no había nada que hacer».
El cadáver, «al que por obra y gracia de la miseria humana, le faltaba su Rolex y 1.000 dólares», presentaba “una gran incisión en forma de media luna de 20,32 centímetros de longitud, que llegó a penetrar hasta 4,44 centímetros”, según indicaba el informe de la autopsia.
Años después de todo aquello, «la familia acabó recibiendo una generosa indemnización secreta que, según dicen, fue a parar a manos de su hijo, Luis Alfonso. Espero de corazón que, en estas tres décadas, el hijo de Carmen Martínez Bordiú y Alfonso de Borbón haya encontrado las respuestas a por qué se quedó huérfano siendo un crío», lamenta Peñafiel.