Posando con el Goya que la Academia acaba de concederle.
Esta semana, y tras recibir Chicho Ibáñez Serrador el Goya de Honor por su dilatada trayectoria, nuestro colaborador, Jaime Peñafiel, nos recuerda porqué Chicho sigue siendo «el otro Peñafiel de la farándula». Y es que, durante años, también firmó cientos de textos y guiones, y mucha gente pensaba que eran parientes.
Sin embargo, la fantástica relación entre ambos, se vio empañada durante una época… «Pepita Serrador, su grandísima madre, fue el motivo por el que Chicho y yo tuvimos un duro, durísimo enfrentamiento, en el programa de Encarna Sánchez», desvela Peñafiel.
La actriz, que falleció víctima de un cáncer cuando solamente tenía 51 años, pidió, como última voluntad, ser enterrada en Granada. «El Ayuntamiento le cedió una sepultura a perpetuidad en el cementerio de San José, donde también está enterrada mi madre», explica.
Uno de los días que nuestro colaborador acudió al camposanto para depositar unas flores en la sepultura de su progenitora, «me acerqué a la tumba de Pepita Serrador, situada a no muchos metros. Pero cuál fue mi desagradable sorpresa al encontrarme la lápida partida y la tumba hundida. Todo era desolación y abandono».
Tan sorprendido quedó nuestro colaborador, que, al día siguiente, lo comentó en el programa de Encarna Sánchez. «Chicho, que lo oyó, llamó en directo y nuestra conversación no fue precisamente cordial. Yo no culpaba tanto a él como al Ayuntamiento, al que también hice llegar la situación de la tumba».
Afortunadamente, «pasado el tiempo, él, un buen tipo, entendió mis motivos y, en nuestro primer reencuentro, nos dimos un gran abrazo».
Conoce toda la historia en Las Verdades de Jaime Peñafiel esta semana.