Dice Kiko Rivera que su mujer, Irene Rosales, tiene el cielo ganado por todo lo que ha hecho por él. Y sentencia, con voz emocionada: «Por mucho que haga o diga, no podré agradecérselo lo suficiente».
Siendo así, no es de extrañar que la sevillana, de 27 años, haya caído en el clan Pantoja como agua de mayo, que su suegra la adore ni que cada vez más, en las redes, la llamen «santa Irene» por la paciencia que demuestra con su chico y por lo orgullosa que está de él y de la familia que juntos han formado.
Pero hasta llegar a la estabilidad con la que les vemos en «Gran Hermano Dúo», Kiko e Irene han tenido que superar problemas muy serios con las drogas y por dinero. El «dj» lo tiene claro: sin la sevillana, no lo habría conseguido.
La historia de esta pareja y de cómo Irene ha ayudado a Kiko en tu revista Pronto de esta semana.