Leo Messi: la dura historia de superación del jugador de fútbol
A pesar de las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar, nunca renunció a ser el mejor futbolista ni a la convicción de que Antonella es la mujer de su vida
A la quinta, va la vencida. Al menos para el astro argentino Leo Messi que, tras las citas de Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018, en la recta final de su carrera, ha ganado un mundial, el de Catar.
"Tantas veces lo soñé, tanto lo deseaba que aún no caigo, no me lo puedo creer. Muchas gracias a mi familia". Con estas palabras celebraba Messi, azorado por la agónica victoria ante Francia, la conquista de la copa del mundo, un trofeo que, a pesar de sus 37 centímetros de altura, representa algo mucho más grande, titánico, que es el entusiasmo, no sólo del capitán de la selección albiceleste, sino, como él mismo dijo, "de todos los argentinos".
Problemas de crecimiento
Con este trofeo, la leyenda de Messi se ha vuelto estratosférica, ya que es el único futbolista de la historia que ha logrado ganar Juegos Olímpicos, Champions, Copa América, Mundial y Balón de Oro.
Y eso que no lo ha tenido fácil. Cuando tenía 10 años, sus padres, preocupados porque no crecía al ritmo normal, le llevaron al médico y fue entonces cuando le diagnosticaron un déficit de la hormona del crecimiento, que le causaría no sólo un desarrollo físico menor y más lento (entonces tenía una altura correspondiente a un joven dos años menor que él), sino también un aumento del número de lesiones que sufriría, ya que el desarrollo de la musculatura no sería completo.
El mazazo fue terrible. Sin embargo, a pesar de ser un niño y ver a sus padres hundidos, el Pulga, como le llamaban por ser bajito y escurridizo con el balón, nunca perdió la ilusión. "Lo único que yo quería era jugar al fútbol, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para cumplir mi sueño", aseguró en una entrevista.
"Desde muy chiquito hice grandes sacrificios, muchos esfuerzos"
Lo necesario fue seguir un tratamiento para acabar con ese problema. "Cada noche me pinchaba la hormona del crecimiento. Iba cambiando de pierna. Primero una, después otra. No me impresionaba. Al principio me la ponían mis padres, hasta que aprendí y lo fui haciendo solo", siguió explicando Lionel que, según algunos medios latinoamericanos, también sufría el síndrome de Asperger, que se caracteriza por la dificultad para la interacción social y las obsesiones, entre otros rasgos.
En el 2001 todo estuvo a punto de acabar, porque la situación económica de Argentina dificultó a la familia de Messi, de escasos recursos, seguir costeando el tratamiento. Y fue entonces cuando él y su padre viajaron a Barcelona, donde el Barça se encargó de pagar el tratamiento –con evidente éxito– del futuro genio del balón. "Desde muy chiquito hice grandes sacrificios, muchos esfuerzos. Siempre soñé con triunfar en el fútbol. Y la verdad es que tuve que pasar por muchas cosas durante todo ese camino. Fue duro", ha declarado Messi en más de una ocasión resumiendo sus complicados inicios.
De la pulga al gran capitán
Antonella, su aliada: un flechazo que surgió de niños
Para que, en medio de tantas dificultades, este mito del balón se haya consagrado, ha sido necesario contar con una gran aliada, Antonella Roccuzzo, que le acompaña desde su infancia y ha sabido transmitirle el superpoder y la fuerza que otorga el amor a los afortunados que lo hallan.
Leo y Antonella se conocieron gracias al primo de ella, Luca Scaglia, que era amigo del futbolista, con el que jugaba en el equipo infantil Newell’s Old Boys, de la ciudad de Rosario. Él tenía 9 años y ella 8, y, cuando se la presentaron, a Leo el corazón le dio un vuelco. Y los dos rosarinos, empujados por Cupido, se hicieron novios.
A pesar de que en el 2001 tuvo que irse a Barcelona, no renunció a Antonella y le escribía cartas en las que le confesaba sus sentimientos. Pero la separación física hizo mella en la joven, que empezó a salir con otro chico de su ciudad. En fin, que el océano que les separaba parecía haber hecho naufragar ese amor infantil en el que Lionel, sin embargo, seguía creyendo. Y sí, sabía que luchar por él iba a ser complicado y tan duro como su batalla por convertirse en un astro del fútbol. Aun así, no desistió.
En el 2007, durante un viaje a Argentina se enteró de la muerte de la mejor amiga de Antonella e, incapaz de dejarla sola en un momento tan triste, la visitó para darle ánimos. Ese reencuentro fue definitivo. Antonella dejó a su novio y volvió con Lionel, a pesar de la distancia que les separaba y que no desapareció hasta el 2011, cuando ella se mudó de Rosario a Barcelona.
"Nosotros sabemos lo que sufriste tantos años"
Poco a poco, fueron fraguando una sólida relación de amor, complicidad y compañerismo, que transformó a Lionel del joven tímido y silencioso que era, al líder y goleador de la selección. Pero, antes de llegar a este punto culminante, la pareja vivió otros episodios felices a nivel personal.
En el 2012, nació su primer hijo, Thiago; en el 2015, tuvieron a Mateo; en el 2017, se casaron y, un año después, llegó Ciro, el tercero de sus retoños, que también fueron testigos de la victoria de papá en Catar.
Antonella, que siempre le ha apoyado, sobre todo en los momentos más complicados, los de las derrotas y las críticas, felicitó a su marido por el triunfo con el siguiente mensaje: "Qué orgullo más grande sentimos por vos Leo Messi. Gracias por enseñarnos a nunca bajar los brazos, que hay que pelearla hasta el final. Nosotros sabemos lo que sufriste tantos años, ¡lo que deseabas conseguir esto!". Y, al final, tras tanto esfuerzo, deseo concedido.