Manuel Díaz, “el Cordobés”: “Mi padre y yo llegamos a intercambiar regalos”
El diestro está contentísimo con su regreso a los toros
El próximo mes de mayo se cumplen cinco años desde que Manuel Díaz fue reconocido como hijo de Manuel Benítez. El Juzgado de Primera Instancia número 4 de la Audiencia Provincial de Córdoba ratificó el 3 de mayo del 2016 en una sentencia que Benítez y Díaz son padre e hijo. En estos cinco años han habido intentos de acercamiento pero nunca un encuentro directo.
PRONTO: Se cumplirán cinco años desde que una sentencia judicial cambió tu vida, ¿en este tiempo no os habéis visto, tu padre y tú?
MANUEL DÍAZ: No ha habido un acercamiento, no ha sido posible. No ha existido ni una llamada de teléfono. Hubo un pequeño intento de acercarnos a través de una persona que hizo de intermediaria. Lo único que reclamaba era tomarme un café con él antes de presentarle a mi familia y de dar el paso de ir a torear unas vacas o comer un arroz juntos, a lo que fuera.
P.: Tú has puesto mucho de tu parte en este sentido.
M.D.: Sí, de hecho, hubo muchas ocasiones en las que estuvimos muy cerca los dos, incluso llegamos a intercambiar regalos, yo le mandé un capote y él me envió una muleta firmada por él, que tengo guardada. En otros momentos parecía más receptivo, luego se enfrió.
P.: El 4 de mayo cumple 85 años, podría ser una bonita fecha...
M.D.: Tampoco quiero incordiar, a quien no te quiere no le puedes obligar a que lo haga.
P.: Con Julio Benítez, tu hermano menor, sí que mantienes buena relación.
M.D.: Con Julio me llevo muy bien, salimos a comer con Virginia y los niños, que lo llaman tito Julio, y Alba con él ha congeniado mucho. Hemos normalizado una situación que es real.
Pese a todo ello, feliz y positivo, Manuel le desea toda la felicidad del mundo a su padre.
“Necesitaba volver a torear”
P.: El pasado 17 de abril reapareciste en los ruedos, en Sanlúcar de Barrameda.
M.D.: Vuelvo con la misma hambre que tenía, pero con la nevera un poquito más llena. Gracias al toro he conseguido ser quien soy, necesitaba volver. Me han apoyado mi mujer y mi familia. Ellos también lo pasan mal por el peligro que comporta que me ponga delante de un toro, pero ven mi ilusión y están confiados en que todo va a salir bien.