El Padre Ángel: Los difíciles inicios de Mensajeros de la Paz
La figura del Obispo Tarancón fue decisiva para arrancar el proyecto
En el capítulo 3 de la "Apasionante y comprometida vida del padre Ángel", se narra cómo, con mucho esfuerzo, consiguó fundar su oenegé, "Mensajeros de la Paz". Pero primero tuvo que lograr otro objetivo, ordenarse sacerdote. Lo hizo después de doce largos años de seminario. Fue un día de enorme alegría, en el año 1961, que compartió con los suyos.
Poco tiempo después, le dieron su primer destino como ayudante de párroco, pero ni allí ni en el siguiente lugar donde le destinaron encontró su sitio. Y es que aquel joven idealista e hiperactivo había quedado impresionado y devastado tras uno de los lugares donde ejerció su labor: el hospicio de Oviedo. Allí, nació su determinación de hacer algo por los niños desvalidos y, junto con su amigo Ángel Silva, y con el inestimable respaldo del entonces obispo Tarancón arrancó su gran obra: Mensajeros de la Paz.
Dos locos entusiastas sin un duro en el bolsillo
Profundamente sensibilizado por tanta miseria que veía a su alrededor, se prometió a sí mismo que haría lo imposible para mejorar la situación de esa infancia tan necesitada. Esa sensación de profundo dolor y las largas conversaciones que mantenía con Silva les llevaron a poner en marcha la Cruz de los Ángeles, lo que sería el embrión de Mensajeros de la Paz. Aquellos dos hombres buenos se conjuraron para montar pisos o casas, con la estructura y dimensión de una familia, donde ofrecer verdaderos hogares a los niños.
Ahora bien, para conseguirlo hacía falta dinero, algo de lo que carecían. En este punto, la figura del Obispo Tarancón fue decisiva y se convirtió desde el primer momento en el protector de aquellos dos curas, en los que veía su propio entusiasmo de juventud.
Consiguieron que no se separara a los hermanos huérfanos
Un de los logros más importantes que consiguieron con su iniciativa fue que no separaran a los hermanos y hermanas huérfanos. "Era una barbaridad porque muchos no volvían a verse. Nos tocó demostrar que juntos eran más felices", ha explicado este sacerdote, que tuvo que luchar contra la vigente Ley de protección del menor, que primaba la separación por sexos.
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