Rafa Nadal, en su mejor momento: los secretos de su fuerza interior
El mallorquín gana contra viento y marea, incluso cuando todo parece perdido. Aquí analizamos por qué
Los años de su carrera deportiva están salpicados de lesiones y contratiempos físicos que, a más de uno, le habrían empujado a tirar la toalla. Pero Rafa Nadal es como un Hércules del tenis, el Superman de la raqueta o el Jedi de las pistas. Lo que se prefiera porque, como dice su preparador físico, Joan Forcades, su capacidad de mantener su estado de alerta y concentración durante varias horas seguidas "es casi sobrehumana".
Después de haber ganado su 14º Roland Garros, Nadal, que está esperando su primer hijo junto a su mujer, Mery Perelló, acaba de empezar un nuevo tratamiento de radiofrecuencia para la enfermedad de Müller-Weiss.
Una dolencia que le afecta al pie izquierdo, causándole tal dolor que ha tenido que jugar con el pie dormido, y que le diagnosticaron en el 2005, cuando empezaba su carrera de éxitos y ganó su primera copa de los mosqueteros en París.
Como cuenta su médico, Ángel Ruiz Cotorro: "Lo que hemos hecho es inactivar de forma parcial los nervios que, sensitivamente, influyen en esa zona para quitar el dolor. El objetivo es que pueda disputar Wimbledon". Y también poder continuar jugando a tenis, aunque Rafa lo tiene claro: "Si este tratamiento funciona, seguiré; si no, no".
Se trata de un nuevo reto para el mallorquín que, si bien ha tenido numerosas lesiones, también ha desarrollado otras tantas capacidades para salir adelante. Pero, ¿cuáles son las claves de su fortaleza? ¿Qué hay en el cerebro del mallorquín?
Un cerebro privilegiado y muy veloz
En el 2017, dos neurocientíficos, Thomas Jessell y Rudy Behnia, trataron de dar con la respuesta analizando durante meses los movimientos del manacorí durante sus partidos. Llegaron a la conclusión de que "su capacidad de reacción es sobrehumana" porque su cerebro procesa la información visual –la velocidad de la bola, su altura, el efecto...– con una rapidez por encima de la media.
Rafa también ha reconocido que los cimientos de su fuerza son la integridad, el esfuerzo y la dedicación. "Lo que me exijo siempre es tener un buen comportamiento, esforzarme y estar ahí hasta el final", asegura. Si a estas cualidades le sumamos el autocontrol, la capacidad de aguantar el dolor, buscar siempre una solución y la habilidad de gestionar las dificultades y las desilusiones, el resultado es una buena dosis de su fuerza mental.
En este enlace te mostramos el increíble yate de lujo de Rafa Nadal.
Sus padres y su tío Toni, su equilibrio
Hay otros aliados que le ayudan a mantener ese espíritu de lucha y superación. Ahí está su familia, que le sostiene como persona y como deportista. Sus padres, Sebastián y Ana María, y sus tíos, Miguel Ángel, exfutbolista del Barça, y Toni, su entrenador desde que empezó hasta el 2017, le han enseñado a tener sentido común y que la modestia y el tesón son fundamentales para destacar.
"Rafael ha trabajado mucho con dolores, tiene una capacidad de sufrimiento que me impresiona y supera cualquier situación adversa", asegura Toni, que ha sido como un maestro Yoda –sí, el de 'La guerra de las galaxias'– para Rafa.
"La fuerza de mi tío ha procedido siempre de sus palabras, que me han enseñado a pensar por mí mismo en la pista, me enseñaron a ser un luchador", reconoce el tenista. Tan importantes son todos ellos que Rafa no puede dar el 100% si no sabe que están entre el público. Son la clave de su equilibrio. Y si la familia le da estabilidad, su equipo le da seguridad.
Los miembros de su equipo son también sus amigos
Dice Nadal que antes de un gran partido, su ánimo puede ser frágil y tenso y que, por ello, su entorno debe tratarle con mucho cuidado. Ese es el motivo por el que los miembros de su equipo son, además de profesionales, sus amigos. Como dice Carlos Moyá, su entrenador: "Hay algo que destacar y es que yo no sólo soy el entrenador de Rafa. Los dos tenemos una relación de amistad desde que él tenía 11 años".
Ocurre lo mismo, por ejemplo, con su fisio, Rafael Maymó. "Siempre es el que está ahí chupándose las lesiones. Al final, es con quien paso más horas. Y cuando tengo algún tema personal es con el que hablo porque está conmigo", explica Rafa de él.
Su equipo, su familia y, en definitiva, su entorno, es básico para el tenista. "Es como una gran estructura de palillos: si cada palillo no está colocado en su sitio, todo puede derrumbarse", asegura.
Por último, están sus rituales, que no son supersticiones ni tics, sino su forma de concentrarse. "Antes del partido me doy una ducha helada. Así entro en un espacio distinto en el que siento crecer mi fuerza y mi resistencia. Entro en un estado de concentración y alerta en el que el cuerpo se mueve por puro instinto", afirma.
El objetivo de sus ritos en los partidos
Hay otros –preparar sus seis raquetas, escuchar música, sujetarse el pelo con un pañuelo...– pero todos tienen un objetivo: "Que se agudice mi conciencia de que pronto me lanzaré a la batalla", dice. Luego, durante el encuentro, le espera otro ritual: tomar un sorbo de cada una de las dos botellas de agua en los descansos entre juego y juego.
Sin duda una manera diferente, pero efectiva, de gestionar su energía física y mental. Como haría cualquier superhéroe.