Raffaella Carrà: sus anécdotas más sorprendentes y divertidas
La cantante italiana, que tanto nos hizo bailar, murió el 5 de julio tras una larga enfermedad, que sólo conocían sus más allegados
Cuando Sergio Japino, que fue uno de los grandes amores de su vida y actualmente era uno de sus mejores amigos, dio la noticia de su fallecimiento, Italia enmudeció: “Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento permanecerán para siempre".
En sus últimas voluntades, Raffaella Carrà, que tenía 78 años, solo pidió un ataúd de madera sin barnizar y una urna para guardar sus cenizas. Y aunque deseaba una ceremonia tranquila e íntima, Italia estuvo varios días diciéndole adiós, después de que su capilla ardiente fuese instalada en el Ayuntamiento de Roma.
Atrás quedaba una vida dedicada al espectáculo, al cine, al baile, la música y una carrera que revolucionó la televisión de los años 70. Raffaella Carrà deja una huella imborrable también en nuestro país, donde la vimos por primera vez en 1975, en el programa 'Señoras y señores'. Ya no nos abandonaría, porque se coló en nuestras casas con programas como '¡Hola, Raffaella!', a principios de los 90.
Raffaella: rebelde y comprometida con la libertad
Raffaella fue una mujer rebelde, feminista, amante de la libertad y jamás ocultó sus ideas comunistas. Además, con su música se atrevió a tocar temas tabú como el adulterio ('Qué dolor! Una mujer en el armario') o la homosexualidad ('Lucas'), convirtiéndose en todo un icono de la comunidad gay.
Claro que también escandalizó a los sectores más conservadores de la sociedad y el Vaticano la censuró por ser demasiado provocadora cuando bailaba enseñando el ombligo. Y es que la Carrà fue conocida como "el ombligo de Italia", por su afición a enseñarlo.
No creía en el matrimonio
Raffaella Carrà nunca se casó ni tuvo hijos. En esto también fue diferente y no dudaba al decir que ella no creía en el matrimonio. "Prometer que vas a amar a alguien toda la vida es una promesa demasiado grande. Y yo odio romper promesas. Y a los abogados", decía.
Pero tuvo dos grandes amores, el autor Gianni Boncompagni, a quien conoció en 1968 y con quien rompió al cabo de los años porque "mi carrera en Latinoamérica y Europa acabó alejándonos", y el coreógrafo Sergio Japino. Después de más de una década, acabaron también cada uno por su lado, pero fueron los mejores amigos hasta el final de los días de la diva italiana: "El amor entre nosotros ha cambiado de forma, pero nunca va a morir".
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