Raphael: “Ojalá me recuerden como una persona tremendamente cercana”
Raphael ha presentado una serie sobre su vida, que nos muestra su faceta más cercana y familiar
El pasado 13 de enero se estrenó en Movistar + la serie completa del artista de Linares titulada “Raphaelismo”, un repaso, a lo largo de cuatro capítulos, a a la vida, éxitos y sombras del irrepetible cantante y actor.
Nunca le ha gustado mirar al pasado, presume de no tener ni un ápice de nostálgico y se lamenta de que su mente nunca está en el ayer, sino en el mañana, algo que no le deja disfrutar de su inabarcable éxito, pero que le ayuda a pulirse y a ser mejor día a día. Ahora, el legendario Raphael ha permitido que nos adentremos en su recorrido vital y artístico y recorramos la historia de su éxito y de su vida familiar.
“Hablar de mi trasplante es mi único tabú”
PRONTO: El documental habla de tus éxitos y de tu vida, de cosas maravillosas, pero también de capítulos menos agradables de tu existencia. ¿Qué ha sido lo que más te ha costado recordar?
RAPHAEL: Me acuerdo de todo perfectamente y hay cosas que me gustan más que otras, pero no ha sido nada agradable hablar de mi trasplante, es mi único tabú. Lo paso mal y no me gusta, pero me obligo a hablar de ello. Me cuesta trabajo porque fue algo fuerte, pero he hablado de ello con el corazón en la mano.
P.: Algo que refleja la serie es que, a pesar de tus éxitos, has sido una persona cercana, humilde y muy familiar. ¿Cuál es tu secreto para conseguir que la persona esté por delante del artista, de la estrella?
R.: La clave es ser como uno es, sin disimular nada. En casa soy como soy y nunca he tenido que inventarme nada, porque mi vida ya es una película desde que era un chaval de 8 añitos al que le gustaba colarse en los teatros gratis porque se ponía muy pesado frente al portero a esperar a que le dejara pasar. Fui conocido en Madrid, antes de ser famoso como cantante, por ser el chico al que colaban en los teatros. Yo iba cada día y la única bronca seria que tuve con mi madre fue por volver con 10 años a las dos de la mañana del teatro. La bofetada que me dio fue memorable, y en lugar de llorar, le dije: “Pues empezamos bien, madre. Porque esto lo voy a hacer todos los días”. Y no hubo más bofetadas.
No te pierdas la entrevista completa en el nuevo número de nuestra revista.