Casa Blanca: las normas más extrañas que deben cumplir sus habitantes
Desde no poder abrir las ventanas hasta pagar su propia mudanza, la familia presidencial debe seguir unas normas sorprendentes en la Casa Blanca
La Casa Blanca, en una imagen de archivo.
Ser inquilino de la Casa Blanca supone mudarse a uno de los edificios más famosos del mundo, construido entre 1792 y 1800, y un lugar en el que se toman algunas de las decisiones más importantes para nuestro planeta.
Y, a pesar del poder que supone ocupar su célebre Despacho Oval, el presidente de EE.UU., la primera dama (hoy, Melania Trump) y, en caso de haberla, su descendencia deben cumplir una serie de normas, algunas bastante curiosas, mientras residan entre sus cuatro paredes.
Deben pagar la mudanza
Cinco operarios retirando una moqueta durante una mudanza.
Si alguien pensaba que la Administración americana se encargaba del traslado de la primera familia del país a la Casa Blanca, que se lo quite de la cabeza.
El presidente y su familia tienen que pagar a los que hacen la mudanza y también organizarlo todo. Eso sí, en contrapartida, se les asigna un presupuesto para cambiar la decoración. Sólo hay cuatro condiciones: no tocar ni modificar el comedor de Estado, la Sala Verde ni el dormitorio Lincoln, y tampoco pueden retirar un retrato del primer presidente del país, George Washington.
Y es que este cuadro, rescatado por la primera dama Dolley Madison de un incendio provocado por los británicos en 1814, es la obra de arte más antigua expuesta en la Casa Blanca.
Trump ante el cuadro de George Washington, que no puede moverse de su sitio en el Ala Este. El lienzo fue rescatado de un incendio en 1814 por la primera dama Dolley Madison, y es la pieza más antigua expuesta en la Casa Blanca.
La comida corre a cargo de la familia presidencial
Los Obama solían compartir la cena tras prepararla juntos en la cocina privada de la residencia.
Tanto en Washington como en la residencia de Camp David, el Presidente y su familia asumen los gastos de lo que compran para comer. Como cualquier familia, vamos. De hecho, la única comida que sufraga la Casa Blanca son los banquetes de Estado.
Por otro lado, aparte de tener a su servicio al chef de la residencia oficial, pueden utilizar una cocina privada, sin personal, cómo y cuándo quieran. Se sabe que al presidente Ford le gustaba hacerse sus tortitas y su café para desayunar y que los Obama preparaban allí sus cenas.
El vino que se sirve en la Casa Blanca es nacional
Gerald Ford, que fue presidente de 1974 a 1977, calentándose unas tortitas para desayunar.
En las bodegas de la residencia no hay caldos españoles, italianos, sudafricanos o franceses. La norma que impera desde que Gerald Ford llegó a la presidencia en 1974, es clara: sólo vinos de California y Virginia.
Tienen prohibido abrir las ventanas
George Bush junto a una de las ventanas de la Casa Blanca.
Ver a los presidentes junto a los ventanales del Despacho Oval o de cualquier otra estancia de la casa sin que estén abiertos, aunque sea pleno verano, es habitual.
Como explicó Michelle Obama en el programa de Oprah Winfrey, los habitantes de la casa no pueden abrir las ventanas por motivos de seguridad. Y añadió que ellos se enteraron tras caerles una bronca tremenda del servicio de seguridad, cuando su hija Sasha, inocentemente, abrió una al poco de mudarse.
Está permitido subir al tejado
La hija rebelde de Theodore Roosevelt, Alice, subía al tejado a fumar a principios del XX.
Como las ventanas han de estar cerradas y salir al jardín también es complicado por temas de seguridad, una opción es subir a la azotea e incluso más allá, al tejado.
La hija del presidente Theodore Roosevelt, Alice, fue una de las primeras en hacerlo, en su caso, por rebeldía, porque cuando su padre se enteró de que fumaba, algo que a principios del siglo XX estaba muy mal visto en una mujer, le dijo: "Ninguna hija mía va a fumar bajo este techo".
¿Y qué hizo Alice? Pues subir al tejado para estar, no por debajo, sino por encima de la Casa Blanca. Tal era la rebeldía de la joven que su padre dijo en una ocasión: "Puedo dirigir el país o encargarme de Alice, pero no puedo hacer las dos cosas a la vez".
El presidente debe planificar su funeral él mismo
Es, sin duda, una de las tareas más siniestras del mandatario en sus primeros días en la Casa Blanca. Y tiene su importancia, ya que se pone en marcha una cadena de acontecimientos que puede cambiar el país.
El primer mandatario no puede conducir
Juan Carlos y Sofía con John F. Kennedy en la Casa Blanca.
Por mucho que le guste hacerlo, el mandatario tiene que renunciar a los coches. Esta medida, para evitar accidentes o riesgos en situaciones imprevistas, se adoptó tras el asesinato de Kennedy, en 1963.
Cuando ya no podían más, Reagan, Bush y Obama aprovechaban lo único que les dejaban hacer: conducir en un espacio cerrado. Los dos primeros lo hacían en sus ranchos, y Obama en el jardín sur de la Casa Blanca. Mención aparte merece Joe Biden, que pidió permiso a los servicios de seguridad para participar en un programa de TV de Jay Leno conduciendo su Corvette de 1967.
Han de limpiar lo que ensucien sus mascotas
Ronald Reagan con su perro Lucky.
Perros y gatos son inquilinos habituales del número 1600 de la Avenida de Pensilvania, Washington. Por sus estancias y sus jardines han correteado Lucky, el perro de Ronald Reagan; Socks, el gato de Clinton; y Bo, el perro de agua de Obama. Por eso una de las reglas de obligado cumplimiento es que la familia presidencial, es decir, los dueños de las mascotas, se ocupen de limpiar y recoger lo que ensucien sus queridos “peludos”.
Las primeras damas y su nombre en clave
Letizia y Michelle Obama reunidas.
No sólo los presidentes tienen uno, como hemos visto en las películas. También las primeras damas utilizan nombres en clave para que el servicio secreto pueda referirse a ellas sin desvelar detalles que pongan en peligro su seguridad. Aunque no sabemos cómo se eligen estos apodos, sí tenemos constancia de que el nombre en clave de Jackie Kennedy era Lace; el de Michelle Obama, Renaissance; y el de Melania Trump, Muse.
Letizia y Michelle Obama paseando por los jardines de la Casa Blanca.
Los más pequeños pueden bajar por las barandillas
Jacqueline Kennedy con su hermana, Lee Radziwill en el jardín de la Casa Blanca.
Los niños que han pasado por la Casa Blanca, desde John-John y Caroline Kennedy hasta Malia y Sasha Obama, pasando por Amy Carter, han encontrado maneras de divertirse jugando por sus jardines y salones. Y también deslizándose por las barandillas de la residencia, mientras el personal de seguridad hace la vista gorda.