Sin ganas de fiestas ni de celebraciones, Rocío Carrasco ha pasado sus Navidades más solitarias, con la única compañía de su marido, Fidel Albiac, y un reducidísimo grupo de amigos. Ha adelgazado mucho y su rostro huesudo y un cabello un tanto descuidado parecen ser indicativos de que su estado anímico no es el mejor.
La hija de Rocío Jurado no ha visto, ni siquiera, a las Campos, con las que en los últimos años, desde que murió su madre, solía pasar el día de Nochebuena. Al parecer, Rociíto se resiente de la sentencia que le ha ganado su exmarido, Antonio David Flores, con el que viven sus dos hijos, pero, según informó una persona allegada a ella, está decidida a seguir pleiteando contra él y su actual esposa, Olga Moreno. «Llegará hasta donde haga falta. Ha perdido una batalla, pero no la guerra».
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