La sorprendente vida de la madre de Paz Padilla
La presentadora ha publicado un libro en el que revela cómo fue la existencia de su progenitora, de la que heredó la alegría, el humor y la fortaleza para enfrentar las adversidades
¿Cuántos sueños han aparcado las madres para que sean los hijos quienes hagan realidad los suyos?
Varios ejemplares del libro "Madre!".
Una obra divertidísima que encoge el corazón y divierte a partes iguales y que retrata de forma entrañable a una mujer de origen humilde pero increíblemente trabajadora que se desvivió tanto por hacer feliz como para alimentar a su prole. Pero, sobre todo, lo que Lola les enseñó, como asegura Paz Padilla, es que lo más importante de la vida era el amor, y que "cuando no había comida, pues para eso estaba la boca, para reír".
Lola Díaz, la madre de Paz Padilla, en su juventud.
Según adelantó la gaditana en sus redes sociales, éste "es un libro de amor. Porque el primer amor que uno recibe cuando nace es el de una madre y el último amor que una madre recibe es el de un hijo cuando se va. Una madre te cuida, te da el ser y te ama. ¿Cuántos sueños han aparcado las madres para que sean los hijos quienes hagan realidad los suyos? En todas las decisiones que yo he tomado en mi vida siempre he pensado: 'Que sean para que a mi madre le provoquen una sonrisa y no una lágrima'", decía Paz Padilla, al tiempo que reconocía: "El miedo de causarle dolor a mi madre me ha apartado del peligro y me ha enseñado a ser madre".
Además, según dijo, el mensaje más valioso que le dio fue: "Lo más importante es el amor. Paz, rodéate de amor".
La única de sus hermanos que aprendió a escribir
La casa de Zahara de los Atunes en la que crió a sus hijos y cuya silueta se reproduce en la portada del libro.
Esta nueva obra literaria de la actriz y presentadora Paz Padilla –tras su éxito de ventas con "El humor de mi vida"– recorre la vida de tres generaciones, pues arranca con la historia de sus abuelos, un guardia civil que se enamoró de una chiquilla en Medina Sidonia, con la que inició una vida "nómada", por lo que Lola nació en 1929 en Girona.
Sin embargo, ya asentado en Zahara de los Atunes (Cádiz), su abuelo –aficionado a la bebida— había cogido tal borrachera que tardó una semana en ir al Registro Civil y cuando se plantó allí ni se acordaba en qué día había nacido su criatura.
Lola y Luis, con cuatro de sus hijos.
Por eso, Lola, que apenas tenía para comer (su madre sacó adelante a la prole alimentándolos con caracoles y palmitos), nunca tuvo un día fijo para celebrar su cumpleaños. Pero fue muy espabilada, la única de sus hermanos que aprendió a leer y escribir, y pronto empezó a ganar una peseta por cada carta que las chicas les enviaban a sus novios marineros y que ella les escribía. "Y eso que su letra era tan mala que si eres capaz de descifrarla, te convalidan el B2 de cirílico", afirmaba Paz Padilla.
Le gustaba gastarles bromas a sus hijos
La progenitora de la presentadora, rodeada de sus vástagos en una jornada de playa.
En su adolescencia, Lola se fue a servir a Cádiz y enseguida le salieron muchos pretendientes. Se ennovió con Luis Padilla, un cristalero hijo de una madre soltera dedicada "a la vida alegre". Tras 10 años de novios, en 1959 se casaron con prisas porque ella estaba encinta.
"Yo no me acosté con tu padre nunca antes del matrimonio", sostenía doña Lola, ante lo que Paz Padilla le decía: "Mamá, que tú te casaste embarazada…". "Sí, pero acostarme, no me acosté. Yo lo hice en una escalera", se defendía ella haciendo uso de su ingenio y su humor.
Así iniciaron su vida de casados Lola y Luis y enseguida empezaron a llegar los niños. Todos "unos demonios", dice Paz Padilla en su libro, que reconoce que ella era tan movida y trasto que su madre le decía: "Niña, tú eres radioactiva" (para referirse a su hiperactividad).
Para entonces, Lola ya era una celebridad entre las vecinas por su gracia contando historias y por el salero con el que trataba a sus seis hijos, ya que era tan traviesa como ellos, pues le gustaba esconderse para asustarlos, gastarles bromas como meterles cucarachas en los bolsillos o montar grandes "shows" en Reyes.
Una tierna foto con su nieta Anna, la hija de la presentadora.
Su último embarazo le llegó con 55 años y Lola intentó abortar, porque no tenía fuerzas ni dinero para alimentar a tanto crío, pero, en el último momento, huyó de la clínica y dejó que el destino eligiera que su familia acabara con una boca más.
Así que siguió desviviéndose por todos cosiendo, limpiando en fábricas y llenando su hogar de risas y amor. El buen humor no faltó nunca en su vida, ni en las situaciones más trágicas. De hecho, estando a punto de ser desahuciada, sufrió un accidente de coche con su hijos Luis y Paz. Tras dar unas vueltas de campana, Lola salió del coche con la cadera rota, pero diciendo: "Ay que ver, hijo, dónde has aparcado, carajo". Pero aquel susto les hizo recibir una indemnización que salvó su hogar y su economía. "Luiti, cuando quieras damos otra voltereta", dijo ella, animada.
"No se quería morir sin ver más penes que el único que había conocido"
Lola no perdió el sentido del humor nunca.
Su talante alegre estuvo presente hasta cuando murió su marido. Como su madre estaba afligida ante la pérdida, Paz Padilla le preparó la ropa y le dejó un "salvaslip". Ya en el tanatorio, cansada Lola de que todo el mundo le preguntara cómo estaba, dijo: "Yo estoy bien. Me han puesto un salvavidas en el chocho".
Con la edad, la progenitora de Paz Padilla, que siempre había sido muy abierta en casa a la hora de hablar de sexo y placer con sus hijos, desarrolló una obsesión: no se quería morir sin ver más penes que el único que había conocido de su difunto marido.
Durante la celebración de su 90º aniversario, pasándolo bien con un "boy"
Así que Paz Padilla cumplió su deseo llevándola a playas nudistas o organizándole una fiesta con un "boy". La celebración coincidió con una intervención a Lola para ponerle un "bypass" y su hija sufría por si la tensión del momento se le disparaba y la mataba.
"Gracias por criar a esta familia de locos"
Doña Lola, el día de la boda de Paz Padilla y Antonio Juan Vidal.
Hasta el fin de sus días fue Lola una cachonda. Tanto es así que, a sus 91 años, tras caerse en casa y romperse la cadera, cuando subió a la ambulancia que la llevaba al hospital (del que ya no saldría), le dijo a su nieto: "Paco, cógeme los preservativos, que nunca se sabe".
Paz añora mucho las ocurrencias de su progenitora. "Gracias por criar a esta familia de locos, a la que enseñaste que, por muy triste que sea lo que nos suceda, con humor las penas se llevan mucho mejor", aseguró Paz Padilla tiempo atrás en Instagram.