Vicente Ruiz, 'el Soro', cumple 60 años: repasamos su dura vida
Maestro en el tercio de banderillas, el único superviviente de la corrida de Pozoblanco en la que, el 26 de septiembre de 1984, murió Paquirri, ha sido un diestro famoso y reconocido hasta que una grave lesión convirtió su vida en un vía crucis
Vicente Ruiz Soro nació el 30 de mayo de 1962 en Foios, un pueblo de la huerta valenciana. Quinto hermano de una familia numerosa con muchos problemas económicos, su madre fue una ama de casa, Amparo Soro Félix, y a su padre, José Ruiz Puchol, se le conocía como 'el gran Pedrito' por los espectáculos cómico-taurinos en que participaba. Eso alentó la pasión por la tauromaquia en sus hijos, pero sobre todo en Vicente, que jugaba a dar pases por las calles del pueblo.
Tras estudiar primaria en la escuela del pueblo, donde le apodaban el Soro, empezó a trabajar, como sus hermanos, en la huerta de la familia, donde cultivaban hortalizas que vendían en los mercados. Años después, ya famoso, siguió llevando gomas ceñidas a sus muñecas. "Es una manera de tener presente de dónde vengo", ha dicho explicando que le recuerdan los tiempos en que recogía lechugas.
Su amor por el toro
Aunque su padre no creía que pudiera ser torero porque era bajito y gordito –la antítesis de la estampa del torero– su pasión acabó ganándole y decidió apoyarle. "Desde pequeño sentí un amor enorme por el toro y por esta profesión", decía Ruiz en un documental sobre su carrera estrenado en marzo.
Empezó a torear y, siendo becerrista, se ganó un buen número de seguidores. Y es que el Soro, un joven con desparpajo dentro y fuera de los ruedos, conectaba bien con la gente. Sus heroicidades llegaron hasta los círculos taurinos valencianos y debutó con picadores en la tarde del 19 de agosto de 1979, entonces con el sobrenombre del xiquet de Foios. Aunque los problemas de huesos lo tuvieron en dique seco durante un par de meses en 1981, al año siguiente consiguió tomar la alternativa como diestro.
Alternativa en la plaza de Valencia
Fue el 14 de marzo de 1982, vestido de blanco y oro, cuando Paco Camino invistió al Soro como matador de toros en el coso de Valencia, con Pepe Luis Vázquez como testigo. Ese mismo año, Rafael de Paula confirmó su alternativa y, en su debut en Las Ventas, el joven torero recibió tres cornadas.
Su irrupción fue un acontecimiento para los aficionados taurinos valencianos, que volvieron a tener un ídolo tras haber perdido, en 1922, al que apuntaba a gran figura de la lidia, Manuel Granero. El éxito de aquel torero que lo daba todo en el albero fue rapidísimo y, durante los años 80 y principios de los 90, no hubo cartel en el que el Soro no apareciera.
Su depurada técnica y su gran valentía le permitían enfrentarse con solvencia a cualquier astado, pero fue en la suerte de banderillas donde revolucionó y llegó a ser considerado un verdadero maestro.
El "cartel maldito" de Pozoblanco
La "moviola" y el "molinillo" fueron creaciones suyas y con ellas puso de pie a los espectadores de los principales cosos taurinos. Pero en ningún sitio el fervor era comparable al que despertaba en su pueblo. Cuando el Soro toreaba, la vida de Foios se transformaba. Los vecinos seguían con sus quehaceres, pero con el oído puesto en el bando municipal, en él se detallaban los trofeos que conseguía.
La cosa no quedaba ahí y, cuando aparecía en la plaza del pueblo, un nutrido grupo de vecinos y amigos le esperaban para acompañarle a otro de sus ritos: ofrecerle a la patrona de la villa, la Virgen del Patrocinio, los ramos de flores que le lanzaban los aficionados desde los tendidos.
Todo fue perfecto en su carrera hasta que el 7 de octubre de 1993 sufrió una lesión en la plaza de toros de Montoro (Córdoba). Al poner un par de banderillas, resbaló y se golpeó la rodilla izquierda. Pese a que se hizo una rotura de ligamentos, siguió toreando y participó en dos festejos más, pero el 9 de abril de 1994 pareció confirmarse que la maldición del cartel de Pozoblanco le había alcanzado.
La lesión convirtió su vida en un calvario de dolor y de operaciones, que le obligaron a abandonar los ruedos cuando estaba en la cumbre de su carrera.
Durante casi una década, el Soro fue el único superviviente de la corrida celebrada en esa localidad cordobesa el 26 de septiembre de 1984, que le costó la vida a Francisco Rivera, 'Paquirri'. Casi un año después, el 30 de agosto de 1985, otro toro se llevaría por delante a José Cubero, 'el Yiyo', el tercero de los diestros del cartel de aquella tarde.
Enamorado de la hija de un ganadero mexicano
Para superarlo, Ruiz Soro se refugió en la religión, la música (su otra gran pasión) y en su mujer, Suzette Limón, la hija de un ganadero mexicano con la que se había casado por lo civil en San Diego (California) el 28 de octubre de 1987. La ceremonia religiosa se celebró un mes después, el 5 de diciembre, en su ciudad natal. La pareja, que se instaló en un piso de Madrid, tuvo tres hijos: Suzette, Vicente (Tito) y María.
Una prótesis para volver a torear
Pero las sucesivas operaciones, las sesiones de rehabilitación y las continuas consultas con especialistas mermaron el patrimonio económico del torero y, sobre todo, su carácter, que se agrió. Suzette pagó caro aquellas adversas circunstancias y, antes de celebrar su 20º aniversario de casados, se divorciaron.
El Soro nunca abandonó su sueño de volver a los ruedos, pese a una quebrantada salud que le ha obligado a pasar 37 veces por el quirófano, aparte de los infartos que ha sufrido.
Lo logró gracias al cirujano valenciano Pedro Cavadas, que, en el 2013, le implantó una pierna biónica. Eso le permitió reaparecer un año después en varios festejos y le dio la alternativa a un joven paisano, Rafael de Foios.
Su última faena como torero fue en las Fallas del 2015, con Enrique Ponce y José Mari Manzanares, gran amigo suyo, después de que en 1985 hubieran tenido un encontronazo en el que llegaron a las manos. Consciente de sus mermadas facultades, aceptó el final de su carrera y se convirtió en comentarista taurino en el Canal 9 y apoderado de un joven novillero.
La desgracia siguió persiguiéndole y, en enero del 2020, la prótesis le produjo una sepsis que lo puso al borde de la muerte. Antes de entrar en el quirófano, se casó en la UCI del Hospital Clínico de Valencia con su nueva pareja, la valenciana Eva Rogel, que había sido su primera novia.
Con un pasodoble dedicado a su persona, Vicente Ruiz Soro, que cumplió 60 años el pasado 30 de mayo, ha recibido multitud de homenajes y tiene tres calles con su nombre.