Al igual que en años anteriores, la reina Isabel prefirió pasar el 6 de febrero en la privacidad de Sandringham, lejos de las celebraciones por su subida al trono. Para ella es un día agridulce, ya que se erigió como reina el mismo día que murió su padre, aunque le hizo un guiño a su progenitor reeditando un retrato en el que posa con el collar y los pendientes de zafiros que el rey Jorge le regaló por su boda con Felipe de Edimburgo.