El pasado 5 de enero el rey Juan Carlos cumplió 82 años. En su vida, como en la de todo ser humano, ha habido una primera vez para todo. Para llorar, para reír, para sufrir, para amar, para como un villano siendo rey, para equivocarse, para acertar, para engañar, para ser engañado…
Como homenaje al monarca emérito, nuestro colaborador, Jaime Peñafiel va a espigar las luces y sombras en estos 82 años. Tal y como recuerda, “la primera vez que se separó de sus padres fue en enero de 1946, para ingresar en el internado ‘Ville Saint James’, en Suiza”.
Precisamente sus primeras lágrimas también fueron allí, “el día que, por mal comportamiento, su profesor no le dio ni las buenas noches”. Aquel maestro contó posteriormente lo sucedido: “Cuando me fui a mi habitación, escuché a un niño que lloraba desconsoladamente. Tenía yo que tener el corazón muy duro para no comprender su pena. Pero recordé las órdenes de su padre ¡Juanito debe ser tratado como los demás’”.
Justo una década después de aquello, ocurrió su primera gran tragedia familiar. “Fue el 20 de marzo de 1956, Jueves Santo, a las ocho de la tarde. Juan Carlos manipulaba una pistola que creía descargada. El arma se disparó accidentalmente y la bala se incrustó en la frente de su hermano Alfonso, de 15 años, que murió en sus brazos”.
En cuanto a la mayor traición, sucedió “en julio de 1969, cuando aceptó ser el sucesor de Franco a título de rey, por encima de la voluntad de su padre”. En aquel entonces, dijo lo siguiente: “Como español y miembro de la dinastía, me veo en la obligación de hacer el mayor sacrificio de mi vida (la deslealtad a su padre)”.