Un grupo de investigadores de la Universidad de Kent, en Gran Bretaña, estudiaron los casos de 296 mujeres que habían sido madres y observaron lo siguiente: las probabilidades de desarrollar una depresión postparto aumentaron entre un 71% y un 79% cuando las madres tenían bebés varones.
Asimismo, también observaron que la cifra aumentaba notablemente cuando las madres habían sufrido complicaciones durante el parto. Las mujeres cuya experiencia había sido negativa o traumática, fueron un 174% más propensas a desarrollar depresión posparto en comparación con quienes no tuvieron problemas.
Paradójicamente, las mujeres con tendencia previa a depresión, ansiedad y estrés, tenían menos riesgo de desarrollar depresión posparto como consecuencia de complicaciones durante el parto. ¿El motivo? Recibieron mayor apoyo a lo largo de todo el proceso al conocerse su tendencia previamente.