El emotivo relato de los niños perdidos 40 días en la selva
Nadie podía imaginar que después de tanto tiempo en un lugar tan inhóspito como la selva amazónica, Lesly, de 13 años; Soleiny, de 9; Tien, de 4, y Cristin, de uno, iban a conseguir mantenerse con vida
En este mundo, los milagros ocurren. Y los cuatro pequeños perdidos en la selva nacieron dos veces. La segunda, después de que el avión en el que iban con su madre para reunirse con su padre en Bogotá, se estrellara en plena selva. El accidente provocó la muerte de los tres adultos que iban en el aparato, entre ellos la madre de los niños, Magdalena.
Los pequeños salieron ilesos y lo primero que hizo Lesly, la mayor, fue desabrocharse el cinturón de seguridad y coger al bebé, que tras el desplome del avión seguía en brazos de su madre, mientras ordenaba a sus hermanos pequeños que la siguieran, tal y como ella misma explicó luego a sus abuelos. “Mi nieta quedó debajo de su madre. Al rato de haber caído, reaccionó y vio que una pierna se movía y entonces se dijo: “Mi hermanita está viva”, y la cogió. Eso es lo que me contó”, declaró el abuelo.
Éxito de la Operación Esperanza
Después, cogieron todo lo que podía serles útil del avión y, tras esperar cuatro días, con la esperanza de que los localizaran, se pusieron en camino porque se habían quedado sin víveres y Lesly sabía que lo mejor era ir en busca de un sendero o una corriente de agua que les llevara a algún poblado.
Los niños pernoctaron en cuevas y cuando se dieron cuenta de que habían perdido el biberón de la bebé, la mayor de los hermanos hizo un recipiente con hojas de árbol. Se alimentaron de frutas silvestres y semillas, intentaron hacer fuego, dejaban notas en los lugares donde dormían y siguieron caminando por la selva protegidos, según los chamanes que colaboraron en el rescate, por los “duendes” o espíritus de la selva.
Y mientras ellos vivían esa odisea, muertos de hambre y con el miedo a flor de piel, el ejército y los indígenas, en la Operación Esperanza, iban haciendo avances para encontrarlos. Algo que finalmente ocurrió, gracias a la colaboración de soldados y chamanes.
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