La increíble historia de la joven que cree ser Madeleine McCann
La polaca Julia Wendell quiere hacerse la prueba de ADN para demostrar que es la pequeña desaparecida en 2007
Julia Bedel tiene 21 años, mientras que Madeleine tendría ahora 19.
La joven polaca residente en Alemania Julia Wendell –también llamada Julia Faustyna–disparó todas las alarmas el pasado 15 de febrero cuando abrió una cuenta en Instagram llamada 'Help me, I need to talk with Kate and Gerry McCann' –'Ayúdenme, necesito hablar con Kate y Gerry McCann'– con el nombre de usuario iammadeleinemccan –soy Madeleine McCann–.
La joven polaca apoya su teoría en fotos como éstas.
Julia lleva meses proclamando que está convencida de ser la niña de 3 años que fue abducida de la habitación del hotel de Praia da Luz (Algarve, Portugal) en la que dormía el 3 de mayo del 2007 y basa esa afirmación en varios argumentos: primero que es adoptada y, según dice, su familia no quiere contarle nada de su pasado ni mostrarle su partida de nacimiento. Segundo, que tiene pecas en los mismos sitios que la niña británica y, tercero y principal, que presenta en su ojo derecho una mancha igual a la de Maddie, aunque la suya es más sutil porque, dice, este tipo de señales pueden borrarse del iris al crecer.
Su familia ha declarado que tiene problemas mentales
Para la policía polaca, alemana y británica, Julia no es una desconocida, pues ha acudido a ellos con su historia en numerosas ocasiones, no obteniendo otra respuesta que el escepticismo y el desdén. Y es que, sobre todo los agentes germanos que investigan al pederasta Christian Brueckner están convencidos de que fue este violador, encarcelado por otro caso, quien mató a Maddie, aunque no hayan encontrado aún forma de probarlo. Pero Julia ha llegado a afirmar que sufrió abusos sexuales por un hombre exactamente igual a Brueckner.
Sus familiares han declarado que la joven tiene problemas mentales y que son estos los que la han llevado a creerse Madeleine, lo cual sólo hará daño a los McCann y, en un futuro, a ella misma, porque, aunque las pruebas –como el estudio biométrico que ya ha comparado sus fotos con las de la niña desaparecida y el análisis del ADN que sus padres se prestarían a realizar– desmonten su teoría, el rastro quedará para siempre en Internet.
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