Christopher Reeve y Dana Morosini: El amor de dos superhéroes
Cuando la vida los reunió, él era famoso por haber sido Superman en el cine mientras que ella era una simple aspirante a actriz, pero, con todo lo que luego sucedió, Dana demostró ser también una superheroína
A ella no le gustó
En la salud y en la enfermedad. El amor de los dos actores era tan grande que superó la adversidad que arruinó su vida.
Se había quedado hechizado por la belleza de aquella chica de 26 años que, nacida en Nueva Jersey e hija de un conocido cardiólogo, aspiraba a ser actriz y, contra todo pronóstico, a Dana no le gustó nada. Aquel tipo con planta de atleta y rostro que enamoraba a las cámaras le pareció arrogante y engreído.
Además, sabía que el actor –personaje público cuya vida seguía con atención la prensa de medio mundo– acababa de separarse de su mujer, Gae Exton, con la que tenía dos hijos. No estaba dispuesta a ser una conquista más de un famoso recién divorciado. ¡Qué equivocada estaba!
Emulando la ficción, Chris se vistió el traje de superhéroe del amor y, superando la adversidad de aquel primer episodio fallido, se propuso conquistarla. Haber interpretado a Superman en las tres entregas de la exitosa película debió de darle armas de seducción extraordinarias, porque guapo, lo que se dice atractivo, ya lo era.
Y lo consiguió. Cuatro meses después, Chris y Dana se fueron a vivir juntos y, tras cinco años de relación, el 11 de abril de 1992, se casaron, meses antes de que naciera su hijo, Will. No tuvieron luna de miel. Ella, ya actriz, hacía una obra de teatro y él promocionaba un filme.
Trágica caida
Con el incondicional apoyo de su esposa, Reeve pudo desarrollar una intensa actividad pública para visibilizar la situación de las personas con su misma problemática.
Se compraron una preciosa granja en el campo, cerca de Nueva York, donde tenían caballos porque Dana, aficionada a la hípica, le había contagiado la pasión por ese deporte a su esposo. Y, en 1995, llegó la tragedia. El 27 de mayo, seis días después de estrenarse 'Libre de sospecha', película en la que interpretaba a un policía que se quedaba paralítico, Reeve se rompió el cuello al caerse del caballo cuando participaba en un concurso de saltos.
Los médicos le salvaron la vida, pero la lesión en la médula espinal era tan grave que quedó tetrapléjico. No podía mover nada del cuerpo, salvo algunos músculos de la cara, y hasta para respirar necesitaba ayuda mecánica. Durante los siguientes seis meses, en los que el actor estuvo ingresado en un instituto de rehabilitación, en la cabeza de Dana debieron de resonar sus votos matrimoniales: "Te recibo a ti, como esposo y me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida". Y los cumplió.
La actriz transformó la casa para adecuarla a la nueva realidad que tenían y abandonó su carrera profesional para dedicarse en cuerpo y alma a su marido y a su hijo, de sólo 3 años cuando se desencadenó el drama que ponía punto final a una idílica vida. Chris llegó a sugerirle que lo dejara, pero Dana le respondió: "Aún sigues siendo tú y te amo".
Un cáncer fulminante
Un único hijo. Chris y Dana en una foto retrospectiva paseando con su hijo, Will.
Con el apoyo de su mujer, Reeve recuperó su estabilidad emocional, asumió su estado y se centró en promocionar su fundación para impulsar la investigación de tratamientos contra la parálisis. Si en algún momento Dana se vino abajo, nunca se supo porque en todas sus apariciones la actriz comunicaba alegría, cariño y esperanza.
Pese a que nunca se rindió y recuperó algo de movimiento en el brazo izquierdo, Reeve murió el 10 de octubre del 2004 por la reacción a un antibiótico para tratar una úlcera. Y la adversidad volvió a golpear a esa familia destrozada. Un año después, a Dana, que no era fumadora, le diagnosticaron un cáncer de pulmón. No hubo nada que hacer frente a ese tumor tan agresivo y falleció el 6 de marzo del 2006.