Salud mental en adolescentes: cómo protegerla
Para prevenir las enfermedades mentales y afrontarlas es clave normalizar estos trastornos y buscar ayuda profesional
El informe Estado Mundial de la Infancia 2021, de Unicef, revela que uno de cada siete niños y adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo ha sido diagnosticado con algún problema de salud mental (casi la mitad de esos jóvenes sufren depresión y ansiedad, pero también son comunes trastornos de la conducta alimentaria y del sueño o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de éstos se manifiestan antes de los 14 años y por sexos, las chicas son más proclives a problemas de salud mental que los chicos, ya que sufren más trastornos de la alimentación, depresión y ansiedad. A esta situación hay que sumar el COVID-19, que diversos estudios ya han confirmado que ha tenido un importante impacto negativo en la salud emocional de adolescentes y jóvenes.
Ansiedad, el primer trastorno
La salud mental de los adolescentes, pero también de los adultos, para muchas familias aún es un tema tabú. Sin embargo, dándole visibilidad sería mucho más sencillo ayudar a las familias a reconocer el problema y lograr una detección precoz, clave para frenar la progresión de la enfermedad, favorecer una posible recuperación y evitar que esos problemas se agraven en la vida adulta.
Los cambios físicos, emocionales y sociales de la adolescencia incrementan el riesgo. En España, entre un 10 y un 20% de los adolescentes presentan ansiedad, según la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). Es el trastorno mental más común, aunque los psiquiatras prevén que en pocos años la depresión alcance ese primer puesto.
Primero, el diagnóstico
Buscar ayuda
La mayoría de los jóvenes con ansiedad no busca ayuda en el mismo año en que comienzan a sufrirla, y muchos de los síntomas no se tratan durante años, lo que significa que el problema puede convertirse en crónico. Para reducir su impacto, lo primero es acudir al pediatra o médico de familia, que podrá asesorar o derivar a un profesional de salud mental para que realice un diagnóstico.
Detección del trastorno
Los síntomas no son siempre fáciles de identificar, ya que el aislamiento, la irritabilidad o los cambios de humor, por ejemplo, pueden confundirse con los comportamientos propios de la adolescencia, de ahí la importancia de acudir a la consulta de un profesional para indicar el tratamiento a seguir. La Sociedad Española de Psiquiatría incide en el diagnóstico precoz porque, por ejemplo, una depresión crónica y recurrente puede desembocar, en el peor de los casos, en el suicidio.
¿Qué tipo de tratamiento se utiliza para la salud mental?
Más psicoterapia y menos pastillas
En España los antidepresivos y los ansiolíticos son el principal tratamiento para estos trastornos a pesar de que todas las recomendaciones de profesionales y las investigaciones concluyen que, la opción más eficaz y la que debe aplicarse en primera opción, es la psicoterapia.
Terapia y técnicas de relajación
Se aconseja enfocarse en fortalecer las capacidades emocionales, por ejemplo, con la Terapia cognitiva conductual (TCC). Se ha demostrado que ésta es útil para tratar la ansiedad o la depresión, ya que ayuda al adolescente a abordar su ansiedad y sus temores en un entorno seguro y controlado. Los beneficios de la TCC se mantienen a largo plazo.
Meditación
Esta técnica de origen budista se está introduciendo cada vez más en muchos ámbitos, como las escuelas, con un fin terapéutico: para ayudar a los jóvenes con TDAH o con síntomas como la ansiedad, el estrés o la depresión.
El papel de la familia
Ésta juega un rol esencial, ya que los jóvenes que presentan angustia vital necesitan la comprensión de los que les rodean, además de recibir atención profesional. En este sentido, el psiquiatra Luis Rojas Marcos afirma que comunicarse es clave en la prevención y el tratamiento de la ansiedad y la depresión. Los gestos y las palabras afectuosos tienen beneficios similares.
Detectar el problema y actuar
Incrementan el riesgo
Hay momentos o situaciones que suponen un riesgo adicional: el acoso escolar (bullying), la excesiva presión académica, la muerte de un ser querido, un desengaño amoroso, sufrir una agresión sexual y el descubrimiento y no aceptación de la homosexualidad, entre otros.
Señales de alarma
Una actitud temeraria o agresiva, la aparición de alegría repentina e injustificada, cambios en sus actividades habituales, el consumo de alcohol, etc. pueden ser indicio de que algo no va bien. El hecho de que se aíslen de sus compañeros al sentir que son una carga para los demás es una señal de alarma. Y las autolesiones son una manifestación de ansiedad extrema. Si se detectan estas conductas, hay que acudir a un psicólogo o psiquiatra.
Ayuda profesional
Puedes contactar con tu centro de atención primaria o dirigirte al colegio de psicólogos de tu comunidad. Otra opción es el teléfono de la esperanza (717 003 717), donde tratan de forma gratuita, anónima y urgente cualquier crisis emocional y ofrecen además una línea de prevención del suicidio.
¿Cómo mejorar la salud mental de los jóvenes?
Seguir estas recomendaciones en el día a día les puede dotar de recursos suficientes para afrontar posibles situaciones de riesgo durante la adolescencia y también posteriormente.
Menos móvil
A más tiempo dedicado al uso de las redes sociales mayores niveles de ansiedad y más problemas de autoestima. En cambio, relacionarse les ayuda a su desarrollo como personas y mejora su estado de ánimo y su autoestima.
Descansar
La adolescencia es una etapa de gran desgaste físico y mental. Dormir entre 9 y 10 horas diarias también influye en el estado de ánimo, ya que le ayudará a sentirse menos estresado. Además, seguir unos horarios y rutinas es muy importante, ya que los expertos coinciden: cuánto más ordenadas sean nuestras vidas, más sanos nos sentiremos a nivel físico y mental.
Un buen desayuno
La primera comida de la mañana ayuda a subir el ánimo y a prevenir trastornos de la alimentación.
El poder de la risa
Al reír, el movimiento arriba y abajo del diafragma para expulsar el aire de los pulmones activa la producción de endorfinas en el cerebro y baja los niveles de cortisol (la hormona del estrés).
Música sanadora
Una investigación de la Sociedad Estadounidense de Hipertensión probó que las canciones que traen buenos recuerdos y sensaciones lograban reducir los niveles de ansiedad a personas ingresadas en una UCI. También dibujar, escribir, bailar, cantar, etc. fomentan las emociones positivas.
Más deporte
El sedentarismo se ha relacionado con síntomas depresivos. En su lugar, la práctica, por ejemplo, de deportes en equipo, tendría un doble beneficio: por un lado, la liberación de endorfinas, y por otro, el apoyo social que proporciona el pertenecer a un grupo.