Alergia o intolerancia a un alimento: cómo vivir con ellas
En las dos últimas décadas las alergias alimentarias se han triplicado en nuestro país y afectan a un 8% de menores de 14 años y a cerca del 3% de adultos
Cada vez son más las personas cuyo sistema inmunológico responde de manera anómala ante la ingestión de un alimento, aunque tomen poca cantidad. Sufren una alergia alimentaria cuyos síntomas pueden aparecer a nivel digestivo –náuseas, vómitos, dolor abdominal, gases, diarreas, etc.–, en la piel –picor, urticaria, hinchazón, etc.–; a nivel oral –picor en la boca, la garganta, los labios, etc. – o incluso producir anafilaxia. Es una de las reacciones alérgicas más graves que se pueden sufrir, ya que pone en riesgo la vida de la persona. Afecta la respiración, hay un descenso de la presión arterial y una pérdida de conocimiento.
La adrenalina intramuscular se ha de administrar precozmente como remedio. Todas estas alteraciones pueden darse al cabo de pocos minutos de que la persona alérgica entre en contacto con el alimento o unas horas después. Otra enfermedad, producida en la mayoría de los casos por una alergia alimentaria, es la esofagitis eosinofílica, donde la persona acusa una inflamación crónica en el esófago, que se vuelve rígido, lo que puede afectar la deglución.
Los síntomas de intolerancia
A diferencia de las alergias alimentarias, las intolerancias no están relacionadas con el sistema inmunitario ni ponen en peligro la vida de la persona. Los síntomas que desencadenan están sobre todo relacionados con la digestión y suelen ser más inespecíficos como gases, hinchazón, diarrea, etc., entre otros.
Se suelen originar porque el cuerpo de la persona no puede asimilar correctamente el alimento o uno de sus componentes por la falta de alguna enzima, como la lactasa en el caso de la intolerancia a la lactosa. En otras ocasiones ciertos aditivos alimentarios también pueden desencadenar reacciones adversas.
Los alimentos más problemáticos que provocan alergias alimentarias
Según el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid, hay 120 alimentos descritos como causantes de alergias alimentarias.
Proteínas. Es uno de los alérgenos alimentarios más habituales. Están presentes en la leche de vaca, el huevo, el marisco, los frutos secos, el trigo, las legumbres, la soja, las frutas y el pescado.
Frutas y vegetales. Las rosáceas (melocotones, albaricoques, cerezas, ciruelas, fresas y manzanas) son responsables del 70% de las alergias alimentarias relacionadas con la fruta. Pero también el kiwi, el mango, la piña, el melón, la sandía y la uva son susceptibles de desencadenar síntomas. Entre las verduras, las más problemáticas son la lechuga, la zanahoria, el apio, la col, la berenjena, el tomate y el pimiento.
Alergia asociada a la sensibilización al polen. La profilina es una proteína presente en muchos alimentos de origen vegetal. Se ha visto que, sobre todo en las personas que han sufrido varios años una rinitis alérgica, conjuntivitis o asma por el polen, esta sustancia acaba afectándolos y desarrollan al comer frutas, vegetales, legumbres o frutos secos que la contienen síntomas como irritación en la boca, en la garganta, ronchas en la comisura de los labios, inflamación del rostro y, en las reacciones más graves, se puede cerrar la glotis.
Alergia alimentaria inducida por el ejercicio. También hay casos en los que pueden aparecer reacciones como una urticaria tras ingerir un alimento y seguidamente realizar actividad física.
Factores de riesgo
Ser menor. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, un 8% de niños menores de 5 años sufre algún tipo de alergia alimentaria. En esta franja de la población se han multiplicado por siete los ingresos hospitalarios en los últimos diez años.
Antecedentes familiares. Si se tienen familiares directos con alergias alimentarias o con intolerancias alimentarias, hay más riesgo de padecerlas.
Ser alérgico. Tener otro tipo de alergias predispone a sufrir las alimentarias.
Ser asmático. Es frecuente que el asma y las reacciones adversas a ciertos alimentos vayan de la mano. Así puedes prevenir los ataques de asma.
Alteraciones de la flora intestinal. La diversidad de la microbiota desempeña un papel determinante en el desarrollo de estos trastornos, ya que los microorganismos que la componen permiten digerir y absorber mejor los alimentos.
Precauciones a tener en cuenta si sufres estos trastornos
Convivir con una alergia alimentaria o una intolerancia alimentaria puede resultar complicado y también, sobre todo en el primer caso, tener graves consecuencias. Reduce los riesgos con estas medidas.
Evita el contacto con el alérgeno. Una vez identificado el alimento que causa la sintomatología, se ha de controlar lo que se ingiere para que no esté presente como ingrediente en masas, salsas, caldos, etc.
Lee las etiquetas. Te permitirá detectar el alérgeno cuando está oculto en un producto. La legislación europea obliga a declarar 14 sustancias (gluten, crustáceos, huevos, pescado, cacahuetes, soja, leche, frutos de cáscara, apio, mostaza, sésamo, dióxido de azufre y sulfitos, altramuces y moluscos) que se suelen destacar en negrita.
Si comes fuera, sé precavido. Si estás en un restaurante o en un bar, advierte a los responsables de tu trastorno para asegurarte de que no está presente el alérgeno en aquello que consumes.
Cuida la higiene en la cocina. Cocina primero la comida de la persona alérgica y procura que ésta tenga unos utensilios de uso exclusivo para que no entren en contacto con el alimento que produce síntomas.
Lleva la medicación de urgencia a mano. La administración inmediata de adrenalina por vía intramuscular con un autoinyector puede salvarte la vida, si tu alergia puede desencadenar una anafilaxis. Si es el caso, alerta a los demás llevando un brazalete o medalla que lo indique.
Avisa al comedor escolar. Si tu hijo sufre una alergia o una intolerancia, procura que se adapte el menú de la escuela a sus necesidades. Lleva un certificado médico y explica las medidas que han de tomar para evitar los síntomas y cómo actuar en caso de reacción alérgica.
Visita una dietista. Ayudará a prevenir déficits nutricionales derivados de las privaciones que la persona se ve obligada a hacer.
Cómo identificar la causa
Estos son los pasos que suele indicar el alergólogo para determinar el origen de los síntomas de la alergia o intolerancia alimentarias.
Llevar un diario de lo que se ingiere. Ayuda a relacionar las reacciones con los ingredientes de la dieta.
Pinchazos en la piel. Es una de las pruebas más utilizadas. En la cara interna del antebrazo o en la espalda se aplica una gota de líquido, que contiene una proteína o extracto de los alimentos sospechosos, y se pincha para que penetren. Si al cabo de 15 a 30 minutos se produce un bulto u otra reacción, el diagnóstico se suele considerar positivo.
Pruebas de provocación oral con alimentos. En un entorno médico como un hospital, la persona ingiere pequeñas cantidades del alimento sospechoso y se va aumentando la cantidad para comprobar su efecto en el cuerpo y poder actuar en caso de reacción alérgica.
Análisis de sangre. Se miden entre otros valores los niveles de IgE, que son los anticuerpos que se elevan en la sangre cuando se desencadena una alergia. Hay unos IgE específicos, que están directamente relacionados con ciertos alimentos, lo que permite identificarlos como causantes de la alergia alimentaria.