Eccema tópico: así puedes afrontar este problema de la piel
Dos de cada 10 bebés y uno de cada 10 adultos sufre dermatitis atópica, una enfermedad cutánea crónica que provoca mucho picor, a veces insoportable, y piel seca e irritable, y que en 30 años ha triplicado su incidencia
Es difícil explicar hasta qué punto un "picor" puede trastornar la vida de quien sufre eccema o dermatitis atópica y su entorno, pero lo cierto es que puede llegar a alterar la calidad de vida de toda la familia. Especialmente cuando quien lo padece es un bebé o un niño, ya que, además de lesiones e infecciones cutáneas, puede producir trastornos del sueño, un carácter inquieto o irritable e, incluso, problemas en la escuela.
Mucho más que un simple picor
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por una sequedad extrema (xerosis) que, de pronto, produce brotes, es decir, aparece prurito (picor) e inflamación (el eccema) en zonas localizadas, que se descaman y causan enrojecimiento y lesiones en forma de ampollas que supuran y forman costras y, si se rascan, sangran. En el 85% de los casos se manifiesta antes del primer año de vida y en el 95% antes de los 5. Aunque puede remitir en la adolescencia, en algunos casos (10%) se mantiene durante toda la vida.
Se debe a numerosos factores
Las personas afectadas tienen alterado el sistema inmunológico de la piel y el manto hidrolipídico que la recubre y protege de las agresiones externas. Por ello, son muy sensibles a los cambios de temperatura y humedad ambiental y a cualquier agresión externa, como jabones, cosméticos u otras sustancias irritantes (detergentes, etc.), roces con la ropa, agua caliente... También el estrés la empeora y puede causar brotes, como ocurre con los niños en época de exámenes.
Alergia y Asma
Quienes sufren dermatitis atópica suelen tener también algún tipo de alergia y/o asma, si bien el eccema no se produce por una reacción alérgica. A menudo, hay antecedentes familiares de alguna de estas enfermedades, aunque no es hereditaria ni, por supuesto, contagiosa.
Las zonas a las que más afecta
Las erupciones se pueden presentar en cualquier parte del cuerpo durante un brote intenso. En los bebés, las lesiones suelen aparecer en la cara, el cuero cabelludo, las manos y los pies, y son en forma de erupción. En los niños más mayores y adultos, el brote se ve frecuentemente en los pliegues de rodillas y codos, aunque también en el cuello, las manos y los pies. En los adultos, puede limitarse a las manos, los párpados y los genitales.
Posibles complicaciones
Tanto el eccema como el rascado pueden producir heridas en la piel que pueden infectarse.
Atención diaria para evitar brotes
La atopia no se cura, pero una correcta higiene y cuidados diarios pueden evitar o disminuir la aparición de brotes.
PIEL HIDRATADA
La medida más importante y efectiva es evitar la sequedad, por lo que hay que aplicar una crema humectante, prescrita por el médico, una o varias veces al día sobre la piel aún húmeda, después de la ducha, siempre y no sólo cuando hay brotes. Durante éstos, hay que usar medicamentos tópicos con corticoides recetados por el médico, que sólo deben emplearse mientras dura el eccema. Es recomendable no tomar baños calientes y prolongados, que favorecen la deshidratación y reblandecen la piel, mejor duchas cortas y frescas (5-10 minutos a menos de 32 grados centígrados), y lavarse con aceites de baño para piel atópica, que la protegen y regeneran. Aquí te damos los trucos para mantener tu piel perfectamente hidratada.
PREVENIR IRRITACIONES
Es aconsejable rehuir los factores que desencadenan brotes, como el uso de jabones, detergentes o cosméticos agresivos, con alcohol, fragancias u otras sustancias químicas; prendas de ropa irritan- tes como lana, lanolina, nylon, etc.; cambios súbitos de temperatura corporal y/o humedad y estrés emocional, entre otros. Se recomienda lavar la ropa nueva antes de usarla, para eliminar sustancias químicas. Es imprescindible protegerse de quemaduras solares con fotoprotectores altos específicos para piel atópica. En caso de baños en piscinas o jacuzzis públicos, hay que ducharse después para eliminar los restos de cloro y otras sustancias potencialmente irritantes.
TRATAMIENTOS
Durante el brote, se prescriben cremas con cortisona. En algunos casos, puede ser recomendable el uso de antihistamínicos, para ayudar a controlar la comezón o en caso de alergias asociadas, y de antibióticos (tópicos u orales), para combatir las infecciones. También pueden recetarse fármacos que inhiben el sistema inmunitario (in- munomoduladores). En algunos casos que no responden a los medicamentos, se prescribe fototerapia, una exposición controlada de la piel a la luz ultravioleta (UV).