Ángel Cristo: la trágica vida de uno de los mejores domadores de circo
Repasamos su intensa vida amorosa, sus polémicas, sus logros profesionales y cómo las adicciones le pasaron factura
Se casó a los 22 años con una famosa trapecista
Un jovencísimo Ángel Cristo, cogiendo a dos cachorros de león.
A los 17 años, le surgió una gran oportunidad cuando el domador titular del circo tuvo que ausentarse por problemas personales. Como no quería preocupar a sus padres, Ángel comenzó a ensayar varios números con los leones en secreto, pero, cuando estaba a punto de debutar, el espectáculo se suspendió porque un fuerte vendaval se llevó la carpa del circo, aunque no la ilusión del joven, que siguió preparándose.
El negocio marchaba tan bien que el invierno lo aprovechaban para viajar por el mundo fichando a nuevos artistas y tomando ideas de los números que veían en circos extranjeros. En 1964, durante una de esas escapadas a París, su padre contrató a las hermanas Tantons, Renata e Irene, las más famosas trapecistas del mundo, que por aquel entonces cobraban la friolera de 3.500 pesetas diarias.
Como la temporada aún no había comenzado, Ángel también se trasladó a la capital francesa para comprar unos leones y en una de sus salidas nocturnas se fijó en una atractiva joven morena: "Me impresionó desde el primer momento en que la vi, me enamoré a primera vista y puedo decir que fue realmente un flechazo".
Era muy bella y enormemente simpática", confesaría años después el domador. Cuando llegó el momento de las presentaciones, Ángel casi se cae de la silla al descubrir que aquella joven era Renata. Su reencuentro en España no pudo ir mejor, se convirtieron en grandes amigos, salían a cenar después de las actuaciones, se explicaban confidencias e incluso pasaban algunas noches juntos en una de las caravanas. Aquella amistad se transformó en amor y se fueron a vivir juntos, provocando el gran escándalo en el circo.
Renunció a una oferta millonaria por amor
Ángel Cristo subido a un enorme león.
Tras casarse, en 1966, justamente el mismo día que cumplía 23 años, Ángel Cristo debutó como domador profesional en solitario y su sueño se hizo realidad. Poco después, decidió marcharse del circo familiar y montar el suyo propio con las 123.000 pesetas que había logrado ahorrar y una carpa vieja que le sobraba a su padre.
Poco a poco, las cosas le empezaron a ir bien, pudo comprar una carpa nueva y, en 1970, se convirtió en un empresario de éxito al adquirir un pequeño circo que con el tiempo se denominó 'El Circo Ruso', que llegó a tener más de 300 empleados.
Convertido también en uno de los mejores domadores españoles, Ángel recibió una oferta fabulosa con un cheque en blanco para irse al Ringling Bros Circus de Estados Unidos, donde podría amasar éxito y fortuna, pero Renata no quiso cruzar el charco y Ángel renunció a su sueño por ella.
Sus hazañas con los tigres, leones y otras fieras eran tan conocidas que enseguida le empezaron a llamar del extranjero, especialmente de Lisboa, donde conoció y entabló cierta amistad con los condes de Barcelona, que por aquel entonces estaban exiliados en Estoril.
Uno de sus animales atacó a la madre del Rey
La jaula de los leones del circo de Ángel Cristo.
Con ellos vivió una de las anécdotas más sonadas de su vida, como él mismo recordaba: "Quedaron tan encantados con la función, que Doña María de las Mercedes me pidió venir a uno de los ensayos. Cuando llegó, vio que le daba de comer a una cachorra y me dijo: 'Ángel, ¿puedo hacer lo mismo que tú?' Yo me quedé atónito, le expliqué que sobre todo no le diera la espalda a los animales y que estuviera tranquila porque en seguida notan el miedo. Entró en la jaula, le dio de comer al bebé y disfrutó tanto del momento que, de repente, se dio la vuelta para explicar su experiencia a unos amigos. Fue ahí cuando el animal se lanzó sobre ella y la tiró al suelo. Afortunadamente, sólo se hizo un rasguño, pero yo estuve tan preocupado durante tantos días que el mismísimo Don Juan tuvo que venir a verme para tranquilizarme".
Algunos de los ilustres visitantes de su circo fueron Don Alfonso de Borbón junto con sus dos hijos pequeños o Salvador Dalí, que reservó tres palcos para ver el espectáculo en Barcelona sin que nadie le molestara. A pesar de aquella excentricidad, Dalí se mostró muy amable con Ángel, llegándole a dedicar el libro 'Dalí de Gala' con un dibujo hecho a plumilla donde aparecía el domador vestido de romano acompañado de la siguiente dedicatoria: "Para Ángel Cristo, digno domador del emperador Trajano. Salvador Dalí".
La vida no le podía ir mejor hasta que, de repente, su felicidad quedó ensombrecida por la enfermedad de su mujer. A Renata le habían diagnosticado un cáncer de matriz y le daban pocas esperanzas. Ángel descubrió que en Estocolmo estaban los mejores especialistas del mundo para tratarla y, sin dudarlo, recurrió a la ayuda de Alfonso de Borbón, pues, en aquel momento era embajador de España en Suecia.
Cuando parecía que Renata se había curado, volvió a tener una recaída y los especialistas descubrieron que había desarrollado metástasis en los huesos. Volvieron a ingresarla en Basilea (Suiza), pero no se pudo hacer nada por ella y, en marzo de 1979, falleció dejando a Ángel desolado.
Amor a primera vista con Bárbara Rey
El domador Ángel Cristo junto a Bárbara Rey, con la que vivió una larga y complicada historia de amor.
En aquellos delicados años tras la muerte de Franco, en los que España empezaba a abrirse, una mujer de gran belleza acaparaba el centro de atención. Se llamaba Bárbara Rey, la ex 'Miss España' 1970 que se había convertido en una de las principales actrices del destape, por lo tanto, una de las mujeres más deseadas del momento.
Ángel seguía hundido tras la muerte de Renata, pero una noche decidió que era el momento de empezar a distraerse y, vestido de riguroso negro, acudió a la sala Lido de Madrid. Era noviembre de 1979 y, por aquella época, allí triunfaba Bárbara, que estaba en boca de todos gracias a un número en el que salía desnuda dentro de una enorme copa de champán.
Tras el show, la actriz y el domador se conocieron, congeniaron de inmediato y se enamoraron perdidamente. Todo fue muy rápido y, aunque hubo mucha gente que pensaba que no pegaban -sobre todo porque Bárbara había seducido a hombres tan imponentes como Paquirri, Alain Delon, Espartaco Santoni o Fabio Testi-, la actriz perdió cayó rendida ante el menudo domador.
Bárbara dejó su exitosa carrera para unirse a él en el circo
"Me enamoré de Ángel como una quinceañera y no me importó dejarlo todo para estar con él. Sentí que había encontrado al hombre junto a quien hacer realidad mi sueño de casarme, formar una familia y ser feliz", escribiría la artista años más tarde.
Y así fue, porque dos meses después de conocerse, el 12 de enero de 1980,Contrajeron matrimonio en Valencia y a los cuatro meses de casarse, Bárbara debutó como domadora de elefantes.
El número de asistentes al circo aumentó considerablemente, porque todos querían ver de cerca a una de las musas del destape subida a un elefante y, gracias a ello, el matrimonio logró acumular una gran fortuna.
Se compraron una mansión en La Moraleja, luego se la vendieron a Jesús Gil, Ángel le regaló lujosas pieles y joyas a su esposa, en su caravana tenían hasta candelabros de plata y varias organizaciones benéficas recibieron donaciones millonarias de su parte, por las que el domador fue premiado con la Medalla de Oro de UNICEF.
Los celos de Ángel acabaron con su amor
El domador sufrió diversos ataques por parte de los animales que domaba a lo largo de su vida.
Durante esa época, Ángel sufrió el ataque de un león llamado Tarzán que le destrozó los hombros y la axila derecha y Bárbara dejó momentáneamente el espectáculo para dar a luz a su primer hijo, Ángel, el 10 de enero de 1981.
A pesar de esta gran alegría, de que Cristo se había convertido en uno de los mejores domadores del mundo –recibiendo la Medalla de Oro en el Festival Internacional del Circo de 1982– y de que su popularidad incluso lo había llevado a protagonizar una película, 'El Cid Cabreador', empezaron a surgir los primeros problemas en el matrimonio ya que, a causa de los celos y de la desconfianza de Ángel por el pasado de Bárbara, la llegó a acusar de serle infiel con Pedro Ruiz y de ser una derrochadora.
El 5 de julio de 1983 la familia se amplió con la llegada de Sofía, que trajo al hogar un poco de calma. Los cuatro posaban radiantes en todas las revistas y eran la viva estampa de la felicidad. Ángel sonreía y saboreaba una nueva etapa de prosperidad, pero no todo era de color de rosa.
En noviembre de 1986, fue ingresado por una intoxicación tras el incendio del Circo Ruso en San Sebastián que provocó un aumento en sus deudas. El declive de su situación económica unido a sus constantes ataques de celos, conllevó un cambio de carácter radical que obligó a Bárbara a soportar situaciones muy violentas porque estaba muy enamorada.
Finalmente se separaron en 1988 y, al año siguiente, el domador protagonizó un bochornoso escándalo al acudir con una pistola al bingo donde se encontraba su ex mujer en compañía de otro hombre.
Ángel intentaba enderezar su vida, pero en 1990 sufrió uno de los percances más graves de su carrera cuando un tigre y tres leones le fracturaron seis costillas y le produjeron heridas graves en el tronco, el cuello y las extremidades.
Al domador le consoló su novia de entonces, Berta Cilleruelo, pero tras pasar por el quirófano, le quedaron secuelas irreversibles que, con el tiempo, se convirtieron en una gran dificultad para andar, una espalda encorvada y fuertes dolores en las articulaciones.
Su padre, Christophol Cristo, poco antes de morir en 1991, declaró a una revista que "Bárbara Rey ha destrozado a mi hijo. El juego para ella es una enfermedad incurable, se ha gastado más de 100 millones", a lo que la hermana de Ángel, Cristina, añadió unos años después "ella es la culpable de lo que le pasa a mi hermano".
Empezó a acumular deudas y denuncias
La vida del domador empezaba a entrar en barrena. Sus problemas profesionales se agravaron cuando en 1991 fue denunciado por un supuesto maltrato a sus animales y en 1994 por utilizar a un bebé y dos niños en un número con elefantes, por lo que fue condenado a pagar una multa de dos millones de pesetas.
Además, rompió su relación sentimental con la trapecista Angélica, con quien estuvo entre 1992 y 1995, y todo ello supuso demasiada presión para un hombre débil, que poco después tuvo que ser ingresado en un hospital gaditano por una importante ingesta de barbitúricos. Un mes después, sufrió un grave accidente de coche en Osuna y, en 1998, le embargaron su circo.
Peleado con su familia, arruinado y enfermo, Cristo descubrió que su vida interesaba y que contarla en televisión podía ser muy productivo, poniendo en marcha un auténtico circo mediático, nunca mejor dicho, en el que no faltó el cruce de insultos y acusaciones con una Bárbara que también se prestó al juego.
Pagaba sus vicios criticando a su familia en TV
Ángel Cristo durante una huelga de hambre.
Ya no había marcha atrás y, después de divorciarse de Barbara Rey en 1998, la cosa no hizo sino empeorar. Tras varios romances fugaces con Maira Rivera, Iris Galán o Ana Rivera, en 2000, la Comunidad de Madrid le impuso una multa de más de 2.000 euros por infracción de la ley de protección de animales y, para exigir la devolución de su circo y de sus fieras, inició una huelga de hambre, que algunos tacharon de pantomima.
En medio de una fuerte depresión, argumentaba que "el cariño del público es lo que me ha dado fuerza y moral para seguir adelante". Sus apariciones en televisión mostraban a un Ángel muy deteriorado, que balbuceaba y casi no podía caminar.
Era un secreto a voces, pero los rumores sobre su adicción a la cocaína no se confirmaron hasta 2003, cuando fue ingresado en un centro de rehabilitación de Córdoba. Su novia, Circe Roque, que ha estado a su lado hasta sus últimos días, intentó ayudarle en todo lo que pudo, pero las recaídas fueron constantes.
Por su parte, Ángel seguía pagándose los vicios a base de hablar mal de su familia en televisión. Sus hijos ya no le hablaban, se sentía abandonado y no se cansaba de soltar perlas como que "a mis hijos les tira demasiado el monedero", "yo ya no tengo familia" o "con el apoyo de mi familia nunca hubiera caído en este infierno de la droga".
Bárbara no lo toleraba y se defendía en los platós con titulares igual de aplastantes: "Es muy fuerte decirlo, pero mis hijos no han tenido nunca un padre"; "fui maltratada durante mi matrimonio"; "Ángel Cristo me chantajea" o "si se encuentra en este estado es porque no se deja ayudar".
En el periplo de acusaciones, Ángel amenazó a su ex mujer con enviarla a la cárcel por un supuesto delito cometido, la acusó de intentar hundirle y matarle y de haber mantenido una relación con un hombre muy influyente de nuestro país.
Pero lo más duro de todo fue cuando su hija Sofía confesó públicamente que, siendo menor de edad, su padre la obligó a ir a comprarle droga en la calle. En 2004, Cristo ingresó de gravedad en un hospital de Sabadell (Barcelona) por una perforación duodenal severa y a su lado estuvieron Bárbara y sus hijos, pero, tras su recuperación, los insultos y las amenazas volvieron a salir a la luz mientras Ángel intentaba conseguir un puesto de trabajo en algún circo.
A trancas y barrancas lo encontraba, pero sus fuertes dolores le impedían lidiar con las fieras, se ausentaba del trabajo, se deprimía y volvía a las andadas.
Ángel Cristo junto a Circe Roque, su última pareja.
Sus últimos años estuvieron repletos de polémicas
Los últimos meses de su vida los pasó en una casa prefabricada de 35 metros cuadrados y cuando se le ofrecía una nueva esperanza para volver a actuar, un paro cardíaco acabó con su vida en Alcorcón (Madrid) el 4 de mayo.
Bárbara y sus hijos acudieron a su lado, aunque ya no llegaron a tiempo de verlo con vida y, entre lágrimas, la actriz declaró: "Ha sido el hombre que más me ha amado y también el que más daño me ha hecho. Mi único consuelo es que ahora está en paz".
Ya se sabe, los amores más queridos son los más reñidos. Los últimos años de su vida fueron una sucesión de ingresos hospitalarios por culpa de accidentes o de los efectos secundarios de la mala vida que llevaba, de denuncias por maltrato a los animales o por utilizar niños pequeños en sus espectáculos y de insistentes esfuerzos para volver a contar con el cariño del público.