Antonio Gala, escritor y dramaturgo
Explora la vida y obra de Antonio Gala, un destacado escritor y dramaturgo cuyas palabras han cautivado al mundo. Descubriremos el profundo universo creativo de este talentoso artista

Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de todos los Santos Gala Velasco nació el 2 de octubre de 1930 en Brazatortas (Ciudad Real). Fue el penúltimo de los cinco hijos de Adoración Velasco y Luis Gala, médico de profesión. Se trasladó a vivir con su familia a Córdoba con 9 años, al final de la Guerra Civil española, un conflicto que marcó su infancia y ha estado presente en sus obras, algunas de las cuales empezó a escribir de niño.

Alumno aplicado, Gala estudió en los Salesianos. Siendo adolescente, se inició en la poesía, bajo la influencia del grupo Cántico, integrado por artistas cordobeses de la posguerra como Juan Bernier, Ricardo Molina y Pablo García Baena, que fueron sus referentes.
Mientras el joven Gala daba sus primeros pasos en el mundo de las letras, una tragedia marcó a toda la familia: la muerte prematura de Luis, uno de sus hermanos. Un fallecimiento que dejó huella especialmente en su madre, con quien empezó a tener problemas de comunicación que se alargarían hasta la muerte de ella, en 1978.
Licenciado en tres carreras universitarias
A los 15 años, Antonio decidió estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla, pero también se matriculó, por libre, en Filosofía y Letras y en Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Madrid, la actual Universidad Complutense. Se licenció en las tres carreras, lo que luego le sería muy útil para su obra literaria, al tiempo que colaboraba en distintas revistas de poesía. Él, con la poeta Gloria Fuertes, fundó dos más: "Aljibe" y "Arquero de Poesía".
Ya licenciado y a instancias de su padre, empezó a preparar las oposiciones para el Cuerpo de Abogados del Estado, pero acabó dejándolo y, sumido en una crisis existencial, se recluyó en la Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión, en Jerez de la Frontera (Cádiz). Pero la rígida disciplina del monasterio no encajaba con su estilo de vida, y abandonó la orden religiosa. En 1958, se trasladó a Portugal, donde impartió clases y llevó una vida muy bohemia.
De vuelta a España, se instaló en Madrid, donde enseñó Filosofía e Historia en distintos colegios. En 1958, participó en el Premio Adonáis de Poesía, obteniendo un accésit por "Enemigo íntimo", su primera obra. Un éxito que le abrió las puertas a nuevas oportunidades. Empezaron entonces sus primeras colaboraciones periodísticas y, en 1960, dirigió el Instituto Vox de Madrid, así como varias galerías. Un año después, fundó y dirigió una sala de arte llamada El Árbol.
A mediados de 1962 volvió a hacer las maletas para poner rumbo, esta vez, hacia Florencia. Estaba allí cuando publicó, en la revista "Cuadernos hispanoamericanos", poemas de su libro "La deshonra". Tras pasar un año en esa hermosa ciudad italiana, regresó a España y siguió con su prolífica trayectoria como escritor y articulista.
En 1963, ganó el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca por "Los verdes campos del Edén", una obra que lo consagró como dramaturgo. "No me importan los premios en absoluto. Si supieran lo igual que me dan, no me los darían", afirmó.
Una colección de más de 3.000 bastones
A principios de los años 70, mientras gozaba de éxito y popularidad, sufrió una perforación de estómago que casi le costó la vida. Permaneció convaleciente durante meses y, a partir de entonces, empezó a utilizar bastón, su compañero inseparable de fatiga y su complemento más característico. Poseía una colección de unos 3.000 ejemplares, regalados por amigos y admiradores.
"Yo no llevo bastón por estética, sino por estática", declaró una vez el escritor, que utiliza ese instrumento con firmeza y coquetería. Solían ser de madera, "para poder tocarla en cualquier momento", como dice, mostrando su lado supersticioso. Los pañuelos de seda que llevaba en el cuello fueron su otro signo de identidad como una muestra de elegancia.
Durante esa época y a lo largo de los 80, continuó con su prolífica trayectoria como escritor de obras de teatro, como "Los buenos días perdidos" (1972), por la cual ganó el Premio Nacional de Literatura, y "Anillos para una dama" (1973), por la cual obtuvo numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio del Espectador y la Crítica.
Combinó esta faceta con la escritura de guiones para programas de televisión, como "Si las piedras hablaran" (1972) y "Paisaje con figuras" (1976), este último dedicado a distintos personajes históricos españoles, y con artículos publicados en "El País", como "Charlas con Troilo", "A los herederos" y "A quien conmigo va", posteriormente recopilados en libros.
Premio Planeta por "El manuscrito carmesí"
En esta década le llegaron dos reconocimientos de lo que él considera su tierra, Andalucía. En 1982, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Córdoba y, en 1985, Hijo Predilecto de Andalucía.
A finales de los años 80, Gala, ya un personaje reconocido, comenzó a escribir novelas. La primera, "El Manuscrito Carmesí" (1990), trataba sobre la vida de Boabdil, el último rey nazarí de Granada, y le valió el premio Planeta. Este gran éxito fue seguido por otros como "La Pasión Turca" (1993) y "Más Allá del Jardín" (1995), entre otros.
En esta época, también comenzó a colaborar con "El Mundo" como articulista. Algunos de sus textos fueron muy críticos, especialmente los referentes al Estado de Israel, lo que lo tachó de antisemita. En uno de ellos, titulado "¿Los Elegidos?", afirmó que el pueblo hebreo "harta a la parte de la humanidad con la que vive." Esta frase le valió una querella de la Comunidad Judía de Madrid en 2014, acusándolo de discriminación, incitación al odio, injurias y ofensa a los sentimientos de una comunidad religiosa.
Un cáncer de colon que pudo superar
A los 70 años, publicó "Ahora Hablaré de Mí" (2000), su autobiografía, aunque él prefería considerarla "una vaga colección de recuerdos y anécdotas", estructurada en 24 capítulos. Dos años más tarde, en 2002, creó la Fundación Antonio Gala, ubicada en un convento cordobés del siglo XVII, y dedicada a apoyar el trabajo de artistas jóvenes.
Su faceta narrativa continuó siendo muy productiva, con títulos como "El Pedestal de las Estatuas" (2007) y "Los Papeles de Agua" (2008). Un año antes, recibió el Premio Júbilo por su trayectoria. "Cuando a uno le dan un premio por toda su carrera literaria está jodido. Por lo de la carrera, claro. Yo ya tengo 486 premios en casa", explicó entonces.
En julio de 2011, Gala hizo público que padecía un "cáncer de difícil extirpación", un tumor de colon que le obligó a hacer quimioterapia y radioterapia. "Quiero volver a ganarle la partida a la muerte", afirmó. Y así fue. Recluido en su finca malagueña La Baltasara, siguió escribiendo.
En 2012, publicó "Quintaesencia", antología de sus reflexiones sobre sus temas favoritos, especialmente el amor, eje de su literatura. "El amor me parece una tabla de salvación o, lo contrario, si sale mal", ha declarado el dramaturgo, que también ha dicho: "Yo he sido amado, es verdad, pero no en pareja, he tenido muy mala suerte". Tras ser nombrado Hijo Adoptivo de Málaga, su última aparición fue en 2018, rodeado de estudiantes de su fundación y, desde entonces, no volvió a la vida pública.
Falleció el 28 de mayo de 2023 a la edad de 92 años.