Begoña Sampedro, única desactivadora de explosivos de la guardia civil
Aunque no se considera una heroína, esta pionera, nacida en Pontevedra, tiene el poder de saber aquello de si debe cortar el cable rojo o el azul para evitar una explosión
Le viene de familia, porque su padre perteneció al cuerpo, igual que ahora su hermano. Así que a Begoña Sampedro no le costó decidir cuál sería su profesión: guardia civil. Tenía 23 años cuando ingresó en este cuerpo de seguridad tras superar las mismas pruebas físicas que los hombres. "Es cuestión de echarle tiempo y esfuerzo", dijo en una entrevista.
El carácter inquieto de esta mujer hizo que al cabo de un tiempo se diera cuenta de que patrullar por zonas rurales o custodiar edificios públicos no era lo suyo. Ella prefería algo menos rutinario. Y fue entonces cuando decidió que quería formar parte de los Técnicos Especialistas en Desactivación de Explosivos, los Tédax.
Un traje que pesa 50 kilos
En el 2001 se presentó a la convocatoria para entrar y, tras pasar las pruebas, desde el examen teórico hasta los tests físicos y psicológicos, en el 2002 entró en los artificieros de la Guardia Civil. Y, de momento, es la única mujer capaz de meterse en un traje que pesa 50 kilos para acudir a desactivar una bomba. Hacerlo con sus propias manos es la última opción.
Primero, van los perros y, si detectan algo y hay dudas, lo siguiente es que acuda el robot, que dispone de brazos con los que manipular objetos. "Lo último es arriesgar una vida humana", aclara Begoña que, a pesar de su evidente valor y disposición para salvar vidas, señala, con cierta emoción, que su madre sí es una mujer valiente.
Gracias a ella, que tuvo el coraje de separarse de su marido siendo joven, de trabajar sin descanso en el servicio doméstico para pagarle los estudios y que pudiera presentarse a las oposiciones de la Guardia Civil, Begoña está hoy donde está. "Es una luchadora, mi ejemplo a seguir. Le estaré eternamente agradecida", reconoce.