El 7 de octubre del año 2000, don Juan intentaba sonreír tras cederle el trono a su hijo, pero no dejaba de pensar en su hijo pequeño, que acababa de despertar del coma.
Juan de Nassau-Wrilburg y Borbón-Parma falleció este martes 23 de abril a los 98 años de edad a causa de una gravísima afección pulmonar. Con motivo de este suceso, nuestro colaborador, Jaime Peñafiel, nos habla del día más triste del monarca: cuando decidió abdicar en su primogénito, Enrique, estando su hijo menor al borde de la muerte.
El gran duque anunció su decisión de abdicar «totalmente por sorpresa, durante el tradicional mensaje de Nochebuena de 1999 y la noticia se convirtió en todo un acontecimiento», recuerda Peñafiel. Sin embargo, «unos días antes del 28 de septiembre, fecha fijada para el traspaso sucesorio, recibí de la Casa Real un fax inquietante: el soberano aplazaba su abdicación hasta el 7 de octubre “aunque mi hijo se muera”».
¿Qué había sucedido? «El príncipe Guillermo, de 37 años, el más joven de sus cinco hijos, había sufrido un gravísimo accidente de tráfico. Un brutal traumatismo craneal le dejó en coma». A raíz de aquello, «el gran duque decidió posponer su abdicación mientras su mujer se pasaba las horas al pie de la cama de su hijo pequeño, que no salió del coma hasta el 2 de octubre».
Cinco días más tarde, su primogénito se convirtió en el nuevo monarca del país, pero «con todo aquel drama, en la ceremonia de abdicación se decidió que no hubiera desfiles ni ningún otro festejo».