La bebé con sus padres, su hermano y el equipo de médicos de Sant Joan de Déu
Viéndola tan tranquila cuando la auscultaba la doctora Georgia Sarquella, nadie podría imaginarse que el corazón de María latiera a 300 pulsaciones por minuto cuando estaba en el seno de su madre, Raquel.
Una frecuencia cardíaca endiablada –el doble de lo normal en un feto–, que fue detectada en el Hospital Universitario Miguel Servet, de Zaragoza, donde se hacía el seguimiento del segundo embarazo de esta joven mujer. Para intentar curar aquella taquicardia, que ponía en riesgo su vida, se le dieron fármacos antiarrítmicos a la madre, pero no tuvieron efecto en la criatura. Se pudo, eso sí, alargar la gestación, hasta que, a las 30 semanas, se provocó el parto.
Poco después, María fue sometida a una ablación cardiaca en el hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat), convirtiéndose en la paciente más pequeña del mundo sometida a este tipo de intervención.