¿Qué fue del pequeño lama español? Así vive hoy Osel
A los 18 años huyó del monasterio budista en el que ingresó de niño y, tras una época de desenfreno, ahora da charlas, ha creado una oenegé para cuidar el medio ambiente y ejerce de padre feliz
En 1986, un niño nacido en la Alpujarra granadina atrajo todas las miradas, la de Buda incluida, al ser señalado como la reencarnación del lama Yeshe, un maestro budista que murió en 1984. Aquello hizo que el pequeño Osel viajara a la India para su entronización y para comenzar una nueva vida, con su padre y uno de sus hermanos, en el monasterio de Sera, convertido en el lama Tenzin Osel Rimpoche.
"Tenía prohibido ver películas, escuchar música o hacer deporte. Sólo podía estudiar, y lo hacía hasta 16 horas al día, levantándome a las cinco y media de la mañana", recuerda Osel, que a los 7 años sufrió un cuadro de estrés más propio de un ejecutivo que de un monje.
"Me tatué y vi tetas por primera vez"
Al alcanzar la mayoría de edad, cansado del enclaustramiento, cambió la India por Ibiza, donde vivía su madre, y la meditación por el coqueteo con las drogas. "Necesitaba experimentar. Me dejé el pelo largo, me tatué, vi tetas por primera vez, probé el alcohol, que me pareció asqueroso...", ha explicado en una reciente entrevista, coincidiendo con el estreno de la miniserie documental "Osel. Un viaje al infinito", disponible en HBO Max.
"Puedo decir que he conocido todos los escalones de la sociedad"
Después de esa época de desenfreno adolescente, se pasó dos años estudiando en universidades de todo el mundo y llegó a vivir como un vagabundo en Italia. "Quería saber cómo era vivir en la calle. Fue interesante ver cómo la sociedad te ve de manera diferente. Incluso tu autoestima disminuye debido a la forma en que la sociedad te mira", comenta.
"Puedo decir que he conocido todos los escalones de la sociedad. Después hice cine en Madrid, volví a Ibiza, estudié cocina y trabajé de cocinero; fui a California a hacer Comunicación y Fotografía, a Hawái, a estudiar Organización del Comportamiento; en fin, siempre aprendiendo, estudiando, viajando. Hoy, doy cursos, charlas y hago un poco de todo", explica el exmonje que, en algún momento de ese camino conoció a su pareja, con la que tiene un hijo de 5 años, Tenzin Norbu, que es medio brasileño y al que adora (dice la madre de Osel, María Torres, que cuando está con el niño es un superpadrazo).
Involucrado en proyectos humanitarios y educativos
Osel, de 37 años, confiesa que ya no es practicante de ninguna religión, aunque le gustan todas. "Mentalmente me considero una persona muy abierta, pero lo que creo que es más importante es mantener el corazón cálido y cuidar de la mejor manera posible al prójimo", dice.
Y es que los años que vivió en el monasterio le dejaron una profunda huella en forma de valores como la paciencia, la humildad, la empatía y el amor, que le siguen inspirando para hacer trabajos de voluntariado con diferentes oenegés, involucrarse en proyectos humanitarios y educativos y también para crear una organización destinada a mejorar el medioambiente, la Global Tree Initiative.
"Soy un ambientalista y un exmonje budista del siglo XXI"
"Estamos viviendo una vida consumista y no sostenible. Por lo tanto, lo menos que podemos hacer es colaborar en la plantación de unos cuantos árboles. Participando individualmente, pero en conjunto, marcaremos una diferencia para los próximos 200 años", dice en su web, en la que se describe como "un ambientalista, humanitario, documentalista, músico, padre, amigo, y exmonje budista del siglo XXI", y desde la que promueve gestos tan simples y positivos para la Tierra como plantar árboles. ¡Y llevan ya 1.645.190 plantados!