14 años sin Rocío Jurado: crónica de aquella fatídica madrugada
La cantante nos dejó en su residencia de La Moraleja, después de llevar varias jornadas en coma profundo
El milagro, finalmente, no pudo ser. Después de varios días en coma y sin visos de que se produjera una remontada –como había ocurrido en otras ocasiones–, Rocío Jurado dejó de respirar a las 5.15 horas de la madrugada del jueves 1 de junio de 2006.
Este lunes 1 de junio de 2020 se cumplen 14 años, pero en el recuerdo colectivo permanece muy viva aquella noche. La cantante murió rodeada de todos sus seres queridos en su casa de Moraleja. Lo hizo justo un día antes de que se cumpliera el 28º aniversario de la muerte de su madre, también como consecuencia de un cáncer de páncreas.
La Jurado se fue “tranquila y sin grandes angustias”, tal y como declaró su hermano, Amador Mohedano, al dar la noticia del triste fallecimiento a los periodistas congregados a las puertas del domicilio de la artista.
Tras la larga espera de los últimos días, la noche del 31 parecía transcurrir tranquila en el domicilio de Rocío Jurado. Como en jornadas anteriores, permanecía encendida la luz de uno de los salones de la casa. Una noche más, todos los familiares estaban en el interior, unidos como una piña en torno a “la más grande”, mientras en las inmediaciones de la vivienda se agolpaban decenas de periodistas a la espera de cualquier novedad.
Las alarmas se dispararon sobre las 3.30 horas de la madrugada, con la llegada del que fuera su secretario, Juan de la Rosa. Pasada la medianoche, se había personado en “Villa Jurado” el médico de Rocío, Alejandro Domingo, quien la atendió hasta el último momento.
Amador Mohedano: "Era como una madre para mí"
Y la noticia del fatal desenlace llegó a las 6 de la madrugada. Vestido de riguroso negro, visiblemente emocionado, con la voz entrecortada y los ojos llorosos, Amador Mohedano, para quien Rocío había sido “una madre, más que una hermana”, comunicó el fallecimiento de la artista: “Rocío ha muerto rodeada de su familia, hijos y hermanos, como ella quería, rodeada de los suyos”.
Roto de dolor, agradeció a los periodistas su interés por el estado de salud de la cantante a lo largo de todo el proceso y explicó que la capilla ardiente con los restos mortales de su hermana sería instalada en el Centro Cultural de la Villa, en Madrid, a partir de las 11 de la mañana, y, tras permanecer allí expuesta al público durante un tiempo, sería trasladada a su ciudad natal, Chipiona (Cádiz): “La familia hemos querido exponerla para que todo aquel que quiera le haga su última despedida. Ahí vamos a estar y luego viajaremos a Chipiona, donde también le haremos un homenaje en el santuario de la Virgen de Regla y será inhumada”.
La familia se mantuvo unida como una piña en torno a Rocío
Mientras Amador se dirigía con estas palabras a los medios de comunicación, el resto de la familia velaba a la cantante con lágrimas en los ojos. Hacía días que su inseparable esposo, José Ortega Cano –agotado, tanto física como psíquicamente–, su hija Rocío y el resto de familiares veían impotentes cómo la vida de la artista se iba extinguiendo. Pese a ello, sacaban fuerzas de donde no las había para responder de manera impecable a los periodistas, que reclamaban constantemente novedades sobre la salud de la Jurado.
Todo el país estaba pendiente de ella. En “Villa Jurado” ya nadie creía en un milagro, pero, permanecían unidos junto a Rocío, rezando para que no sufriera. La artista se encontraba en coma profundo y ya no respondía a ningún estímulo.
Rocío Carrasco, que ya pasó por el duro golpe de perder a su padre, vivió los momentos más duros y amargos de su existencia. Afortunadamente, contó con el apoyo de Fidel Albiac, que no se separó de ella durante todo el proceso.
Ortega Cano, que se desvivió como nunca por su esposa desde que le diagnosticaron la enfermedad, en el verano de 2004, tardó más en remontar. Rocío fue el motor de su vida. Junto a ella vivió momentos inolvidables, como aquel 17 de febrero de 1995 en que se dieron el “sí, quiero”, o aquel 10 de noviembre de 1999, cuando regresaron a España con sus dos hijos, José Fernando y Gloria Camila.
Como decíamos al principio de este reportaje, han pasado ya 14 años desde que Rocío nos dejó, pero continúa siendo imposible olvidarse de “la más grande”. Aquí, la recordamos con una de sus canciones más míticas, Como una ola.