Durante las cinco horas que pasó en la isla griega, el Pontífice se mostró conmocionado por la terrible situación que se vive en la zona, donde se encuentran miles de refugiados sirios esperando ser acogidos en algún lugar donde puedan llevar un vida digna, lejos del horror que se vive en su país desde que estalló la guerra. A su regreso a Roma, Francisco se trajo consigo a tres familias de refugiados sirios, dos de ellas procedentes de Damasco y una de Deir Ezzor, en un claro intento de dar ejemplo a la comunidad internacional, ya que, como él mismo señaló, «es una gota de agua en el mar, pero después de esta gota, el mar no volverá a ser jamás el mismo». La revista PRONTO tiene toda la información de este emotivo y crucial viaje. ¡No te lo pierdas!