Concha Velasco: su intensa vida en imágenes
Aunque se definía como “malquerida”, por su mala suerte en el amor, el brillo de ilusión de su mirada pocas veces se nubló. Sus éxitos y sus hijos compensaron con creces sus fracasos sentimentales

Concha Velasco fue muchas cosas. Fue chica de la Cruz Roja, Santa Teresa, la fierecilla domada y la joven que dijo “mamá, quiero ser artista”. Y sí, también la chica yeyé que definió a una generación que ansiaba ser, en plena dictadura, moderna. Todo eso y más fue esta vallisoletana universal e irrepetible. Aquí, las mejores imágenes de la artista, que nos dejó el pasado 2 de diciembre a los 84 años.

Concha y su madre.
Nacida en Valladolid el 29 de noviembre de 1939, supo desde niña que quería dedicarse al mundo del espectáculo. Y con esa determinación, estudió baile en Madrid, sacó la mejor calificación de su promoción y debutó, a los 14 años, sobre los escenarios, en la compañía de revista de Celia Gámez, que le aconsejó: “Levántate la falda, que tienes unas piernas preciosas”.

En 'Las chicas de la Cruz Roja'.
En aquel entonces, se había bautizado artísticamente como Lucrecia Velvar –se imprimió tarjetas con ese nombre– pero poco le duró. No lo necesitaba, porque ella iba a ser siempre Concha o Conchita, que es como se estrenó en el cine, en 1954, con un pequeño papel en 'El bandido generoso'.
Pero fue 'Las chicas de la Cruz Roja', en 1958, la película que la lanzó a la fama. En ese film trabajó con uno de los galanes de la época, Tony Leblanc, quien, como dijo la artista: “Fue lo más importante de mi vida profesional”.

Con Sáenz de Heredia, su primer amor, un hombre casado.
De pronto, la joven era una de las actrices del momento, guapa, llena de picardía, gran intérprete y un torbellino de ilusión que en 1965 se ganó el apelativo que la ha acompañado siempre. Fue por una canción que interpretó en 'Historias de la televisión', 'La chica yeyé', que la convirtió en un símbolo de la década y le abrió las puertas del mundo de la música.
Concha Velasco era una artista completa y su trayectoria, con más de 80 películas, ya estaba encauzada para triunfar también en los escenarios con obras como 'Mamá quiero ser artista' (1986), 'La rosa tatuada' (1997) o 'Hécuba' (2013), y en la tele con series como 'Teresa de Jesús' (1983) y 'Compañeros' (1998).
Cupido se lo puso difícil

Juan Diego fue su pareja tres años.
Si en su carrera todo ha ido viento en popa, en lo sentimental, Cupido no le fue favorable. En los 60, Concha Velasco vivió un romance clandestino de más de una década con el director José Luis Sáenz de Heredia, 28 años mayor que ella, casado y con hijos. "Fue mi maestro en los platós y un hombre que no me quería tanto como yo a él", declaró. En fin, su primer desengaño.
A principios de los 70 conoció a Juan Diego en la obra 'Llegada de los dioses'. "Fue fundamental en mi vida. Por un lado, no estaba casado, pero, por otro, no quería formalizar la relación por su ideología", explicaría Concha Velasco, que estuvo con Juan tres años, compartiendo profesión, pasión y también sus ideas de izquierdas.

Con Fernando Arribas, también casado, que fue el padre de su primogénito, Manuel.
En 1975, Concha Velasco se enamoró del director de fotografía Fernando Arribas. Fue, otra vez, un amor secreto, ya que él estaba casado. Por si eso no fuera suficiente, en el rodaje de 'Las largas vacaciones del 36', Concha Velasco se quedó embarazada. Pensó en no tener al bebé, pero, al final, se puso el mundo por montera y se convirtió en madre soltera de su hijo Manuel, que nació en septiembre 1976. La artista no desveló la verdad hasta que Arribas falleció en el 2021, aunque su hijo lo supo antes, al empezar a estudiar en la escuela de cine de Madrid.

Su boda con Paco Marsó, en 1977. Con él, fue madre de Francisco.
Paco Marsó llegó a su vida como un huracán, cuando coincidieron en el rodaje de la película 'Mi mujer es muy decente, dentro de lo que cabe'. Se casaron en 1977, pero su relación, de la que nació su hijo Francisco en 1979, estuvo llena de tormentas y desencuentros.
Las infidelidades –ya en la noche de bodas desapareció dejándola sola–, los problemas con el juego y la mala gestión del dinero de Paco acabaron con su relación y sumieron a la artista en un infierno de deudas. Le costó mucho, pero acabó separándose de Marsó en el 2005. "Yo era la cornuda de España", se lamentaría la actriz Concha Velasco en una entrevista recordando a su exmarido, después de su fallecimiento.
De un intento de suicidio a un Goya de Honor

Recibiendo el Goya de Honor de manos de su sobrina, Manuela, en el 2012.
Nunca más volvió a enamorarse, cansada de entregar tanto amor por tan poco cariño. "Soy tan vanidosa, tan coqueta y he amado tanto, que me resulta imposible volver a hacerlo", confesó. Y reservó el amor que le quedaba para sus hijos y, sobre todo, para su nieto, Samuel, que la convirtió en la abuela más feliz del mundo en el 2008.
Tras separarse de Paco Marsó y cuando éste empezó a pasearse por los platós, sacando los trapos sucios de su matrimonio, Concha Velasco estuvo a punto de quitarse la vida. Viendo a su ex decir que nunca la quiso, se tragó un montón de pastillas, pero, por suerte, cambió de cadena y se topó con Buenafuente. Oyendo sus chistes, le dio tal ataque de risa que lo vomitó todo. "Buenafuente me salvó la vida", recordaría siempre con gran alivio.
Concha Velasco, que en el 2012 recibió el Goya de Honor, remontó el vuelo y siguió trabajando, sin mirar atrás, en series como 'Las chicas del cable' y 'Velvet', presentando 'Cine de barrio', entre muchos otros programas, y en el teatro hasta que, en el 2021 se retiró con la obra 'La habitación de María', escrita por su hijo Manuel.
En una de sus últimas entrevistas, la víspera de su 82º cumpleaños, lo que dijo Concha Velasco –que en el 2014 tuvo un cáncer linfático– fue premonitorio. Tras confesar que no le tenía miedo a la muerte, afirmó: "No me preguntes por qué, pero sé que me quedan dos años de vida". Y así ha sido.
La chica yeyé ya debe estar actuando en algún escenario celestial, teniendo entre el público a sus padres y a tantos compañeros que se fueron antes que ella y que la esperaban, como dice el bolero, en el cielo.