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Los mejores consejos para celebrar las fiestas junto a un familiar con Alzheimer

Estas fechas pueden ser un momento difícil para las personas con Alzheimer y para quienes las cuidan

Niño dando un regalo a su abuelo con alzheimer.

Los niños siempre aportan alegría, pero vigila que su energía no canse a la persona con Alzheimer.

Saray Cruz

Las personas con Alzheimer pueden sentirse desorientadas durante las fiestas navideñas, puesto que, estos días, las rutinas se rompen y el hecho de tener que compartir mesa y conversación con más gente puede provocar preocupación en los familiares que les cuidan. Por eso, la Fundación Pasqual Maragall ha elaborado un dossier con consejos que nos ayudarán organizar y celebrar la Navidad cuando uno de los miembros de la familia tiene esta enfermedad.

Es muy recomendable, por un lado, no romper del todo sus costumbres y explicar a los familiares y amigos que vayamos a ver cuál es el estado actual de la persona con Alzheimer y facilitarles unas pautas básicas para que actúen con ella con naturalidad y sin temor, y que se dirijan a ella uno a una y de manera tranquila. Sin agobios ni prisas.

Un espacio para descansar

Por otro lado, se aconseja preparar y tener disponible un espacio donde la persona con Alzheimer se pueda retirar si necesita descansar o prefiere estar sola, así como tener una actividad preparada que sabemos que la mantiene tranquila y que esté acostumbrada a hacer.

Los niños siempre regalan alegría a sus abuelos y a las personas mayores, en general. Por eso es bueno implicarlos en las celebraciones y propiciar que se relacionen con la persona con Alzheimer con normalidad.

El Alzheimer afecta a uno de cada diez personas de más de 65 años.

El Alzheimer afecta a uno de cada diez personas de más de 65 años.

Regalos que apelen a la reminiscencia

Es recomendable que el regalo sea significativo, es decir, que tenga una vinculación emocional con sus recuerdos y vivencias o que se personalice según sus gustos, preferencias y aficiones. Apelar a este vínculo potenciará la reminiscencia, es decir, la evocación de los propios recuerdos y experiencias vividas. Situaríamos en este ámbito, por ejemplo, regalos que incluyan fotografías, música o algún capricho para el paladar, como una caja de bombones o de galletas.

No siempre es necesario buscar un obsequio específico y adaptado a la condición de la persona afectada. Regalos comunes y de uso cotidiano como unas zapatillas, una bata, un foulard u otro complemento también pueden ser adecuados.

Los viajes deben estar muy organizados

En la fase leve de la enfermedad, viajar no suele representar un problema. Sin embargo, a partir de la fase moderada, ya no es muy recomendable. Los cambios que suponen los viajes pueden favorecer la confusión de la persona con Alzheimer y requieren una adaptación para la que no está ya capacitada.

En todo caso, un viaje con un familiar con Alzheimer es una decisión que debe organizarse muy detalladamente para prever las necesidades y asegurarse de que se contará con todo el apoyo que se precise.

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